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Estoicismo – Meditaciones Estoicas 20 siglos después.

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Epicteto. Disertaciones. Libro IV. Pasajes I Parte 4 [DIA 123]

Después de haber hecho un paréntesis de algo más de un mes en el análisis de los fragmentos de las Disertaciones de Epicteto por Arriano, vuelvo a retomar por el primer pasaje del cuarto libro, que como ya se observa hasta la fecha, es con diferencia el más largo de todos los volúmenes conocidos.

Epicteto. Disertaciones Con Arriano – Libro IV – Pasaje I

El que domina por completo la sabiduría relativa a la vida, ¿qué más cabe sino que sea él el amo? Pues, ¿quién es el amo en la nave? El patrón. ¿Por qué? Porque el que le desobedece recibe su castigo.
—Pero puede azotarme.
—¿Verdad que no impunemente?
—Así pensaba yo también.
—Pues porque no puede hacerlo impunemente por eso no le es lícito: ninguno queda impune al cometer injusticia. –  Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.1.118-119

Empezamos con un fragmento que es muy interesante porque propone el concepto de injusticia. En este caso hablamos de ἄδικα (á-dika) es decir «no propio». La traducción más directa en realidad es injusto, pero partiendo de la raíz hablamos de algo impropio. La traducción alternative realmente podría ser: «Nadie queda impune de hacer algo impropio».  ¿Esto como podría interpretarse? En el día de ayer hablaba justamente de esa «justicia» la cual en gran medida hablaba sobre «el conocimiento de la distribución del valor», siendo probablemente el valor moral (la Virtud) a la que se hacía referencia. En este caso yo tengo bastante claro cuales son las intenciones de Epicteto (Es curioso como se entrelazan rápidamente todos los temas cuando hablamos de estoicismo, y que prácticamente cualquier fragmento podría servir para explicar cualquier tema aquí presentado)

Aquí realmente no habla de una injusticia al uso en el formato: «Que injusto es que alguien pegue a otra persona, cuando todos deberíamos tratarnos igualitariamente y lo pagará en un futuro» o como en la referencia clásica del Karma. Aquí realmente Epicteto trata de explicar bajo mi punto de vista, un formato de incorrecta gestión del deseo. ¿Por qué una persona azota a otra? ¿Su intención es realmente fruto del correcto asentimiento?. Recordemos que las pasiones (que generalmente son la motivación de llevar adelante estas acciones), son en esencia el único formato del Vicio. Como comentaba ayer, la correcta gestión de las pasiones, o lo que yo llamaba la «Disciplina del Vicio», lo que Epicteto refiere, la Disciplina del Deseo. El Vicio y el Deseo, corrompe la libertad del Alma y por ende, como bien dice Epicteto: «Podrá hacerlo, pero no impunemente: Sus azotes serán a cambio de su libertad». ¿Quién es más libre entonces, el que azota o el azotado?

—¿De modo que a Sócrates no le fue mal?
—No, sino a los jueces y a los acusadores.
—¿Ni a Helvidio en Roma?
—No, sino al que le mató.
—¿Cómo dices?
—Igual que tú no dices que le haya ido mal al gallo que vence lleno de heridas, sino al que resulta vencido sin un golpe, ni consideras satisfecho al perro que ni sigue el rastro ni se esfuerza, sino cuando lo ves sudado, derrengado, reventado de la carrera. ¿Qué paradoja decimos, si afirmamos [125] que en todo es malo lo contrario a su naturaleza?. –  Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.1.123-124

Esta es una de las grandes preguntas que surgen cuando comento estos temas con personas no introducidas al Estoicismo. Muchos opinan que a Sócrates le fue mal, por haber tenido que suicidarse voluntariamente por orden de la autoridad. Incluso algunos me plantean, que debía haber huido, cuando aún tenía la oportunidad. Pero realmente si hubiera hecho esto, Sócrates se hubiera auto-condenado a vivir una vida de esclavitud, cuando justamente venía predicando y haciendo gala de una vida completamente contraria a esto. ¿Que sentido tendría anteponer su vida a su auténtica Virtud?. Si la vida es irrelevante y la Virtud es buena, se supone que uno toma las decisiones en base a lo que opina que es bueno, no en base a lo irrelevante. Esta es una de las enseñanzas más fundamentales que proponen los Cínicos y que propone Epicteto. Los Estoicos en general también lo plantean. ¿Es preferido la vida o la libertad? Atención: Aquí sale la palabra «preferido».  ¿Es la vida un preferido indiferente? Si. ¿Es la libertad un preferido indiferente? No: Es algo bueno. He ahí la diferencia irracional. Ese «preferido indiferente» como un «bien» de segundo orden.

¿Es por tanto la libertad un indiferente? Para los Cínicos, la libertad era la única Virtud. Para Aristón, Musonio y como aquí vemos, Epicteto, también lo fue. Para los primeros estoicos, quizá existe la duda. Para saber si algo es Virtuoso o no se suele hacer la pregunta: «¿Eso esta de acorde a la naturaleza del ser humano?. Por tanto ¿es realmente Vivir de Acorde a la Naturaleza la Virtud? ¿Es vivir de acorde a la naturaleza ser libre?. Que gran absurdo bajo mi punto de vista esta pregunta. Algunos eruditos plantean que en la antigüedad decir que algo era acorde a la naturaleza o no, era una obviedad. Hoy en día, decir que algo está de acorde a la naturaleza, es lo más ambiguo del universo.

Y recordemos que cuando hablemos de ser libres, no nos referimos de vivir como queramos haciendo lo que queramos: Hablamos exclusivamente de que nuestra voluntad sea libre: Que nos obligan a hacer algo no virtuoso, podamos no hacerlo. Independientemente de que haya cualquier cosa en esta vida en juego: Y en esto se incluyen todos los Valores (hijos, mujer, nuestra propia vida, y la vida de toda la humanidad, dando que en definitiva, todo son indiferentes). Por ende: ¿Donde esta aquí la relevancia de los valores (άξιος, áxios) a los que algunos estoicos denominan, «el bien de segundo grado»?

Pero, ¿qué dices, filósofo? El tirano te llama para que digas algo que no está bien en ti. ¿Lo dices o no lo dices? Respóndeme.
—Deja que lo piense.
—¿Ahora lo vas a pensar? ¿En qué pensabas cuando estabas en la escuela? ¿No estudiabas qué cosas son buenas y cuáles malas y cuáles ni lo uno ni lo otro?
—Sí lo pensaba.
—¿Y en qué cosas estabais de acuerdo?
—Lo justo y lo honesto es bueno; lo injusto y vergonzoso, malo.
—¿Verdad que el vivir no era un bien?
—No.
—¿Ni el morir un mal?
—No.
—¿Verdad que la cárcel tampoco?
—No.
—Y la palabra innoble y desleal y la traición al amigo y la adulación al tirano ¿qué os parecían?
—Males. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.1.132-133

Aquí Epicteto vuelve a hacer toda una explicación destacando, que son los indiferentes, y que es el verdadero Vicio: Ser innoble, desleal, traicionero y adular lo que nos priva de nuestra propia libertad. En resumen, todas esas acciones, movidas por la pasión, más concretamente el miedo o la huida de la privación del placer.

El tirano establece carcel si no hacemos lo que nos dice: Algo que según nuestro conocimiento, es innoble. Pero la carcel, nos da miedo, y nos privará absolutamente de todo el placer que recibimos de nuestro día a día en la actualidad: ¿Qué es lo más virtuoso a la hora de tomar esta decisión? ¿Pasar al sufrimiento por tomar la decisión que nos condenará? ¿O preservar ese placer del que actualmente disponemos, pero tomar la decisión de hacer lo que se nos encomienda? Para un estoico no cabe duda, pero como ya sugería Epicteto y comentaba unos días atrás, nadie es estoico realmente.

Nunca se produce semejante meditación. Ni siquiera si en verdad te representaras lo vergonzoso como malo y lo demás como indiferente llegarías a este estado, ni por aproximación. Sino que al punto podrías juzgar, como con la vista, con la inteligencia. ¿Cuándo has meditado si lo negro es blanco, si lo pesado es ligero? ¿No comprendes lo que se te muestra claramente? ¿Cómo dices ahora que has de examinar si hay que rehuir más lo indiferente que lo malo? Pero no tienes esas opiniones, sino que ni esto te parece indiferente, sino el mayor mal; ni aquello malo, sino que no tiene que ver con nosotros. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.1.135-136

Este fragmento hace referencia a esta respuesta del fragmento anterior: «Deja que lo piense«. He aquí la verdadera importancia de entender la disciplina del asentimiento (o como comentaba en el día de ayer, la disciplina de la Virtud) y ejecutarla en el día a día. Sin esta labor, junto a la Disciplina del Vicio o del deseo ocurre algo muy significativo: Como dice Epicteto: «Pero no tienes esas opiniones, sino que ni esto te parece indiferente, sino el mayor mal«, que es esencialmente, lo que nos ocurre en el fondo a aquellos que pretendemos que podemos coger distancia del concepto de «preferidos» y «rechazados» en cuanto a los indiferentes se refiere. Un tema muy serio que por regla general, suele ser motivo de haber tomado y seguir tomando malas decisiones en nuestra vida motivadas viciosamente.

Diógenes era libre. ¿Que por qué? No porque fuera hijo de libres (que no lo era), sino porque lo era él mismo, porque se había deshecho de todas las ocasiones de esclavitud y no había cómo acercarse a él ni por dónde cogerlo para esclavizarlo. Todo lo podía soltar, todo estaba sólo prendido. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.1.152

Y de vuelta al Cinismo, como no podía ser de otra manera en un pasaje que habla sobre la libertad, Epicteto saca la figura de Diogenes de Sinope como el máximo exponente de libertad. Los motivos son claros: no había cómo acercarse a él ni por dónde cogerlo para esclavizarlo. Estas son las principales razones por las que el estoicismo de Epicteto valora la figura del Cínico, como un ejemplo de un verdadero «ser libre».

Y cuando tuvo que beber el veneno, ¿qué? ¿cómo se comportó? Pudiendo salvarse, cuando Critón le dijo: «Vete, por tus hijos», ¿qué respondió? ¿Lo consideró una suerte? ¿De qué? Sino que mantuvo la compostura y no miró lo otro ni lo tuvo en cuenta. Pues no quería —dijo— salvar el cuerpecillo, sino aquello que con la justicia crece y se mantiene a salvo y con la injusticia disminuye y se estropea No se salva de manera vergonzosa Sócrates, el que no votó cuando lo mandaban los atenienses, el que despreció a los tiranos, el que tantas cosas dijo sobre la virtud y la honradez. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.1.163-164

De nuevo, volviendo a Sócrates, creo que en definitiva señala, lo que comentaba unos párrafos más atrás: La importancia que observa Epicteto en la acción que decidió llevar a cabo: La futilidad de salvar el cuerpecillo, de coger a sus hijos como le sugirió su compañero Critón, y huir a la salvación. Con esta acción, Sócrates desprecio la tiranía y reclamo la libertad como suya. Cualquier otra decisión hubiera sido un claro ejemplo de haber ido en contra de su filosofía y por ende haber dañado su virtud y su honradez. Cuando habla de honradez, el texto se refiere a καλοκἀγαθίας διαλεγόμενος, siendo cada una de las partes, kalokagathíās = carácter,  διαλέγό = dialégó, μενος = ménos, dialegomenos = razón, lo que más que honradez, debería traducirse algo así como «carácter razonable». 

Puede observarse que hago bastante hincapié en interpretar el texto Griego Común (κοινὴ, Koiné) original, porque en función de las traducciones puede entenderse un texto significativamente diferente; que muestra unas intenciones diferentes a las que quizá estaríamos acostumbrados. Cuando uno lee estas traducciones, da la sensación que el estoicismo enseña a ser buena persona simplemente. Pero no es una cuestión de «bondad», «justicia», «honradez» y todo este tipo de cuestiones, que designan a una especie de santo. Bajo mi punto de vista el estoicismo, al menos tal como plantea Epicteto, es una filosofía relativamente egoísta, la cual se centra en grandes dosis en el trabajo personal por encima de todo lo demás.

Temas como el correcto asentimiento y la inhibición de las pasiones y los deseos, son cuestiones que se trabajan a lo largo de una vida, y ejemplos como este que plantea Epicteto sobre Socrates, son demostraciones de llevar a cabo llegado el momento, y ejecutar debidamente, ese aprendizaje realizado a través del entrenamiento. Sócrates nunca pensó en su familia, su único bien fue la filosofía. Epicteto es consciente que Socrates dejó a un lado sus «roles» más destacables, pero aun así sigue «santificándolo» y poniéndolo como modelo de sus enseñanzas, no por su bien hacer, sino por su adecuado asentimiento y por la oportunidad de haber demostrado haber dejado a un lado su deseo irracional (en este caso, su deseo de un indiferente como es la vida, por encima de la Virtud). Este es otro motivo más, por el que pongo en duda esta cuestión de la importancia de los roles como algo digno de estudio y esfuerzo, de cara al buen desarrollo de la Virtud.

Si fuéramos tú y yo, rápidamente lo plantearíamos a la manera de los filósofos: «De los ofensores hay que defenderse con las mismas armas»; y añadiríamos: «Si me salvo, haré un servicio a muchos hombres, mientras que si muero, a ninguno»; y si tuviéramos que salir por un agujero, saldríamos. ¿Cómo íbamos a prestar un servicio a alguien?
—¿Y cómo íbamos a quedarnos allí?
—Si estando éramos útiles, ¿no beneficiaríamos mucho más a los hombres muriendo cuando debíamos y como debíamos? Y, efectivamente, muerto Sócrates, no es menos, sino incluso más beneficioso para los hombres el recuerdo de cuanto hizo o dijo en vida.
Ejercítate en estas opiniones, en estos razonamientos, fíjate en estos ejemplos si quieres ser libre, si deseas eso en lo que vale. ¿Y qué hay de admirable en que tal cosa se compre a un precio tan elevado y costoso? Por ésta pretendida libertad unos se ahorcan, otros se arrojan a un precipicio y a veces incluso ciudades enteras perecieron. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.1.163-164

Y con este último fragmento, finalmente concluyo el análisis del primer pasaje del cuarto libro. Solo es posible alcanzar la Virtud, cuando uno ha trabajado extensivamente las Disciplinas de la Virtud y del Vicio. Para terminar, bajo mi punto de vista, Epicteto en este caso, hace directa referencia a estas disciplinas en esta simple frase:

«Ejercítate en estas opiniones, en estos razonamientos, fíjate en estos ejemplos si quieres ser libre, si deseas eso en lo que vale«

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