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Estoicismo – Meditaciones Estoicas 20 siglos después.

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Seneca. Epistolas Morales a Lucilio. Libro 2. XIV-XV [DIA 144]

Séneca. Epístolas Morales a Lucilio – Libro II – Epístola XIV

Obremos, pues, como sabiendo que no debemos vivir para el cuerpo, pero que no podemos vivir sin él. Cuando se le ama demasiado, nos agita el temor, nos agobian los cuidados y estamos expuestos a mil disgustos. El que adora a su cuerpo, no aprecia lo honesto como debe. Convengo en que se le ha de cuidar, pero a condición de abandonarle al fuego, cuando así lo pidan la razón, la dignidad y la fe. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.14.2

Durante las dos siguientes epístolas, la temática principal gira en torno al cuerpo como indiferente. Aquí Séneca continúa en su línea normativista explicando con detalle como obrar por un lado desde una perspectiva «sabia estoica» (al que se menciona varias veces), pero por otro lado, desde una perspectiva de los indiferentes. Una mezcolanza que no se enlaza bien, pero el intento queda ahí.

Como un dato adicional, he de comentar, que en mis últimas meditaciones, viene surgiéndome de manera recurrente una cuestión: La desmotivación que me conlleva tener que tratar estos textos que en el fondo no me atraen especialmente. Como ya vengo sugiriendo desde meses atrás este nivel normativista de estoicismo es algo que prácticamente nunca llegue a encajar desde que propulsé mis aprendizajes en torno a esta filosofía. Obviamente, con diferencia, Séneca es quien más lo exacerba de entre todos los «estoicos romanos». Reconozco que hay momentos que soy capaz de rescatar temas muy interesantes de entre los escritos de Séneca, por esa postura fuertemente práctica que a veces imbuye su personalidad. Pero por lo general, esa postura de extrema norma «Hecatoniana» de tener que estar constantemente sugiriendo: «esto esta bien y esto esta mal» ni contribuye en mi aprendizaje, ni me facilita el avance tras su análisis y comprensión; y es más, me contraría continuamente. Quizá estos apuntes incluso puedan servir a cualquiera, para tener una visión alternativa, en la que no solo se lean valoraciones positivas, como suele ser común entre los escritos estoicos, sino que también reciban críticas de manera eventual.

Precisamente, yo me inicie en el estoicismo a través de Séneca, y todos los libros que leí por primera vez de manera intensiva, fueron los suyos (los Diálogos y Consolaciones). Por eso siempre he guardado un «grato» recuerdo de sus enseñanzas. Pero hoy en día, jamás recomiendo empezar leyendo a Séneca, puesto que sus enseñanzas, no me convencen 100% para un completo iniciado a la filosofía. Es más, ya he leído varias veces en diversos foros sobre el tema, gente muy confundida por causa de sus incongruencias (como comentaba acerca de la ancianidad pocos días atrás). En conclusión: La pregunta que me vengo haciendo es: ¿Seré capaz de terminar los comentarios hasta el final de las epístolas? Dicho esto, después de esta breve reflexión vuelvo a la temática,

En este pasaje, Séneca nos va a dar. una de cal y una de arena en cuanto al indiferente del cuerpo se refiere: Está bien cuidarlo, pero atendiendo a la razón: Si uno adora a su cuerpo al final acaba sucumbiendo al vicio, pero si uno lo desprecia, se complica la existencia. Esta opinión se alinea mucho con mi criterio, y he observado además que parece muy afín entre todos los escritos de estoicismo que existen. Pero como digo si la de cal ya esta dada aquí, ahora viene la de arena:

Sin embargo, evitemos cuanto podamos no solamente los peligros, si que también las molestias, y procuremos ponernos en seguridad por los medios que estimemos más propios para garantirnos de las cosas que debemos temer, y que, si no me engaño, son de tres clases, a saber: pobreza, enfermedades y opresión de los poderosos. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.14.3

Y aquí transversalmente, se opone a la línea que ya conocemos de Epicteto en la que nada hay que temer; con esta frase: «Cosas a las que hay que temer, la pobreza, las enfermedades y muy en especial, a la opresión de los poderosos«. De aquí y en adelante va a venir explicando como precisamente hay que esquivar, evitar y no mostrarse innecesariamente ante los poderosos o aquellos que supuestamente puedan dañarnos o hacernos un mal. La propuesta de Séneca es que mejor no «complicarse la vida» mucho que sino, luego lo pagarán con nosotros. El tema de la libertad que tanto hablaba Epicteto durante tan largo pasaje como era el primero del Libro cuarto, a Séneca le parece cuestión de perogrullo.

Aquí es quizá donde la prudencia se puede convertir en una gran contradicción. Y eso que no es una de las Virtudes Cardinales en la que más contradicciones encuentro a través de los textos estoicos. Porque ejercer la prudencia, en gran medida puede ser sinónimo de invocar al vicio (por ejemplo, «prudencia» por miedo). Prudencia como sabiduría práctica: «Si contrarío al poderoso probablemente me lleve a ejecutar», no cuadra desde la perspectiva estoica. La pregunta que Séneca no hace, sería en el fondo: ¿por qué realmente, necesito contrarías al poderoso? Por que si el motivo es Virtuoso, libre de Pasión, sería totalmente indiferente el mal que este pueda hacernos. Por tanto la prudencia como Virtud, chocaría con el correcto asentimiento, y que sentido tiene que dos Virtudes choquen entre si.

Si debemos adoptar dos planes de conducta en la vida: Herilo sugiere que existen dos grandes bienes sin conectar entre si; pero si fueran realmente bienes, deberían estar unidos; pero siempre son presentados por separado, y parece que nunca pueden unirse. – Cicerón, De Finibus, 4.40

Como planteaba Cicerón sobre Herilo sobre el hecho de tener dos planes diferentes ante la virtud que no guarda sentido. Aquí pasa lo mismo entre la prudencia y el correcto asentimiento (al menos desde el enfoque de Séneca, porque soy consciente que en otros enfoques se compaginan mucho mejor estos dos conceptos)

Otros males hay que no son inferiores a éstos, quiero decir, el hambre y la sed, las úlceras interiores y la fiebre que abrasa las entrañas; pero están ocultos y nada ostentan que amenace y aterre; los otros males son como esos grandes ejércitos que vencen con su sola presencia y aparato. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.14.6

Y aquí llega el gran «encumbramiento» de Séneca: «otros males no inferiores a estos«, «otros males como esos grandes ejércitos«. Aunque aquí en esta traducción lo haya denominado literalmente «males», Séneca habla en latín de «pestes» cuya traducción es compleja, genitivo «pestis» pero en cualquiera de los casos simboliza algo negativo: «problemas», «plagas», «destrucción». Desde luego, hay que reconocer que no huelen a «indiferente moral» estas acepciones. Al no ser capaz de catalogarlo como indiferente moral, son cuestiones que pueden cohibir u obstaculizar la Virtud o la libertad como es obvio. Y es así como lo expresa Séneca a través de toda la Epístola cuando recomienda la evasión a la razón (o al correcto asentimiento). De hecho, quiero dejar claro que el asentimiento no es algo a lo que Séneca apele nunca. Este termino eleático, viene de Zenón y se ve muy poco entre los textos de los demás estoicos. Solo Aristón y Epicteto lo rescatan en gran medida. El resto lo tratan como algo de pasada.

La misma conducta observa el sabio; evita los poderes que podrían dañarle, empleando precaución para no mostrar que los evita; porque nuestra seguridad depende en parte de no huir abiertamente, ya que se condena todo aquello de que se huye. Necesítase circunspección para ponerse a cubierto del vulgo. En primer lugar, no le pidamos nada que pueda suscitar debates y atraernos competidores. Además, no poseamos nada que pueda enriquecer a quien nos lo arrebate; que ni siquiera puedan recoger mucho botín despojándonos. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.14.8-9

Me llama la atención este fragmento. Recordemos que cuando un estoico habla de «sabio» habla de como, su «modelo de rol estoico» se comportó en la vida. En este caso, si hablamos de Catón el Joven podríamos analizar un comportamiento completamente diferente a si hablamos de Diógenes de Sinope. ¿Alguien cree que Catón hubiera tenido la osadía de tratar a Alejandro Magno con el mismo desparpajo que tuvo Diógenes?

Creo que esto también en gran medida, hace que los estoicos varíen tanto sus percepciones sobre la filosofía. Aquí Séneca sugiere que el sabio «evita poderes que puedan dañarle, con precaución de que nadie se de cuenta que los evita«. ¿El sabio evita algo necesariamente? La palabra que más utiliza Séneca y se pueda parecer a «asentimiento» es «circunspección» (circumspiciendum, genitivo circumspicio) que sería algo así como «sabiduría práctica» o «prudencia» ante las circunstancias, y ya hablábamos de esto precisamente en el fragmento anterior.

Y aquí llega el golpe final de Séneca: «No poseamos nada que pueda enriquecer a quien nos lo arrebate«. Esta clase de comentarios que se repiten de manera tan sistemática a través de las Epístolas, son las que me motivan a terminar con esto. Pero aun tengo fe de poder sacar algunas perlas de sabiduría estoica a través de los textos y poder comentarlas aquí. Si Séneca fue considerado gran estoico por la mayoría, por algo será, más allá de estos deslices. No quiero pasar ese «algo» por alto.

¿Qué pretendes, Marco Catón? Ahora no se trata de libertad; hace ya mucho tiempo que se perdió; solamente se pregunta si Pompeyo o Cesar poseerá la república. ¿Qué interés tienes en la contienda? Nada te atañe en esto. Quieren elegir amo. ¿Qué te importa cuál sea el vencedor? Sin duda, el que sucumba podría haber sido peor, pero no será mejor el que quede victorioso. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.14.13

En este otro fragmento, si veo algo muy interesante en las palabras de Séneca: Hace como una recomendación sobre el mal proceder de Catón que yo también comparto en gran medida, y precisamente comenté con detalle, en la última epístola: ¿Por qué Catón se tomó tan a pecho, el levantamiento del Cesar? ¿Por que no consideró esto como meras circunstancias y acabó su vida en el suicidio? Como plantea aquí Séneca: «No será mejor el que quede victorioso». Es un poco paradójico que Séneca vanaglorie el acto del suicidio de Catón, pero al mismo tiempo dirija estas palabras contra el. Séneca no es precisamente un gran ejemplo de consonancia

Pero después veremos si el sabio debe intervenir cuando no hay esperanzas de éxito : entretanto, te propongo por ejemplo aquellos grandes estoicos, que estando excluidos de los negocios públicos, se retiraron para dedicarse a la vida privada y dictar leyes a todos los hombres, sin ofender a los que tenían las riendas del poder. El sabio no va contra las costumbres establecidas, ni se atrae el odio del pueblo con la extrañeza de su conducta.- Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.14.14

Nuevamente, encuentro el sentido de estas palabras. Cierto es que el estoico no debe atraer el odio del pueblo innecesariamente, con la extrañeza de su conducta (aunque tampoco es que al buen estoico, le resulte relevante la opinión del pueblo, que para Séneca desde luego que si le resultaba así). En el fondo no se muy bien como interpretar estas palabras: ¿Está diciendo Séneca que el buen estoico debe asumir las circunstancias y no exaltarse innecesariamente por los hechos externos, sin necesidad de tener que enjuiciarlo todo estrictamente? ¿O simplemente sigue de una forma encubierta en esa linea de retiro y evasión ante el poder? Si tuviera que apostar, apostaría por lo segundo en el fondo, dado que se alinea mucho mejor con el planteamiento que Séneca viene haciendo desde el inicio de la Epístola. Pero dejo ahí abiertas las dos preguntas al debate.

En fin, el sabio considera en toda ocasión lo que emprende, y no lo que sobrevendrá. Somos dueños de nuestros intentos; la fortuna ordena los resultados, y a la verdad, jamas me someteré a sus juicios. Me dirás que decreta vejaciones y reveses, pero no se condena al ladrón al mismo tiempo que mata. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.14.16

Y quiero terminar con esta Epístola sin entrar en el último tramo en el que siempre cita a Epicuro, con este último fragmento del que rescato esta frase:

«Somos dueños de nuestros intentos; la fortuna ordena los resultados, y a la verdad, jamas me someteré a sus juicios.«. En gran medida aquí se sistematiza con esta frase muy elegantemente, la doctrina estoica. Suena muy bien, pero la verdad es que no veo que lo enlace a nivel práctico, con la misma elegancia. Supongo que la semejanza que establece, es al hecho que la fortuna nos da golpes duros de asimilar, pero al mismo tiempo nos da ese tiempo para digerirlos. En uno esta la determinación de elegir como efectuar dicha digestión dado que el tiempo intermedio está ahi. Cuando habla que «no se condena al mismo tiempo que mata«, supongo que hará referencia, a que la intención (matar) se da en un momento diferente a las consecuencias (la condena, sujeta a la fortuna).

Séneca. Epístolas Morales a Lucilio – Libro II – Epístola XV

Por esta razón debes cuidar especialmente de conservar aquella salud; después atenderás a esta otra, que no te costará mucho trabajo, si quieres conservarte bien. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.15.2

Ahora se trata específicamente, lo relativo no tanto a la precaución de conservar el cuerpo (con respecto a enfermedades, tiranos y demás cuestiones que lo dañan), sino lo contrario, a mejorarlo a través del ejercicio. Séneca prevenía en la anterior epístola, que el cuerpo hay que tratarlo bien, pero no adorarlo, puesto que es más probable incurrir en el vicio. Por ello el planteamiento es el siguiente:

Ejemplos , la carrera, los movimientos de manos cargadas de peso, el salto arriba o a distancia, o el llamado saliano, o, hablando con más libertad, de batán: elige de estos ejercicios el que más te agrade, y el uso te lo hará fácil. Pero sea el que quiera el que elijas, vuelve pronto del cuerpo al espíritu y ejercítalo día y noche. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.15.4

En su aire normativista, propone que una serie de ejercicios, son mejores que los otros, porque no son tan intensivos, no consumen tanta energía, o tanto esfuerzo y mantienen en salud al cuerpo. Desde esa postura, no le quito la razón. Pero al menos recuerda de manera adecuada, que todo lo relativo a los indiferentes (el cuerpo), debe ser limitado en el tiempo, y con prontitud, hay que intentar regresar a trabajar el alma, en el que hay que trabajar el mayor número de horas en el día a ser posible. Precisamente Epicteto también hacia referencia a esto:

Es signo de mediocridad gastar mucho tiempo en las cosas que conciernen al cuerpo, como hacer mucho ejercicio, comer mucho, beber mucho, dedicar mucho tiempo a evacuar y a la relación sexual. Estas cosas deberían hacerse como algo secundario, y dejar que toda la atención esté puesta en la mente. – Epicteto, Enquiridión, 41

Estos pequeños detalles, son los que me agradan del espíritu práctico de Séneca: Un enfoque muy superior a la práctica a pesar de que regularmente, tenga que explicar a modo pedagogo, la mejor forma de proceder en todos los aspectos de la vida. En este fragmento, en lineas generales me alineo perfectamente con su postura, precisamente porque no podemos hacer caso omiso, del aspecto finito que representa el cuerpo en nuestra vida (por el simple hecho que no es posible vivir sin cuerpo, básicamente).

Recuerda, querido Lucilio, los bienes que has adquirido, y en vez de considerar cuántas personas hay sobre ti, cuenta cuántas hay debajo. Si quieres ser grato a los dioses y a tu propia condición, piensa a cuántos te has adelantado. Mas ¿para qué has de pensar en los otros si te has adelantado a ti mismo?. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.15.10

Y para terminar esta Epístola, que tampoco tiene mucho más de lo que ya he venido comentando, en este último fragmento Séneca recuerda que a veces, las aspiraciones (especialmente a los indiferentes) solo confunden al alma. No creo que esta fuera la forma más «convenientemente estoica» de sugerir esto, puesto que hace una comparación por lo bajo: «Mira cuantos tienes por debajo antes que mirar cuantos tienes por encima», como si uno pudiera orgullecerse de lo que hay por debajo a cambio de lo contrario. Claramente Epicteto lo plantea de una forma muy superior cuando dice en el pasaje sexto del cuarto libro:

«Puesto que si de verdad estuvieras convencido de que eres tú quien alcanza los bienes, mientras que ellos se engañan, ni siquiera te vendría a la cabeza lo que dicen sobre ti»

O dicho de otra forma; tanto para entender la percepción de los que están «por arriba» como los que están «por abajo» se parte de un supuesto que es completamente irrelevante. Lo importante es saber en que punto estas uno con respecto a la Virtud. Recordemos que la Virtud reside en la excelencia del carácter, y ante esto no existe comparativa alguna.

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