Es posible leer dos críticas por parte de Epicteto a los cínicos: una en en Enquridión 47 y otra en los Discursos Libro 3.12.2. Más concretamente, va dirigida a la práctica de resistencia de abrazar estatuas desnudos en invierno.
Para ponernos un poco en contexto, Epicteto vivió en teoría, entorno al año 55 y 135. Curiosamente, Luciano de Samóstata, vivió más o menos en la misma época, 125-181. Hay que recordar que Demonax, fue discípulo de Epicteto y a su misma vez fueron discipulos ambos de Agatobulo, y Luciano fue contemporaneo de Demonax.
Todos criticaron lo mismo: En aquella época, al parecer, ser un Cínico se había convertido en una oda al absurdo.
Aquí entra mi duda: Epicteto, que idolatraba a Diógenes a la par que a Hércules (como todos los Cínicos) y a Sócrates (como todos los Cínicos también), desestimara una práctica que originó Diogenes de semejante manera.
Precisamente, la mayoría de los argumentos de los Estoicos contra los Cínicos se dirigen contra la práctica de la Askesis y las prácticas de resistencia: para un estoico, estas prácticas no son necesarias, si bien se observan en todos los tres principales estoicos declarados (Séneca, Musonio Rufo y Epicteto, http://www.scielo.org.co/pdf/pafi/n39/n39a07.pdf).
¿Con esto a dónde quiero llegar? Precisamente algo que llevo reflexionando desde hace tiempo, es en la complejidad del Cinismo en todas sus vertientes. Y de cómo, al final, se convierte irreparablemente, en una filosofía-pantomima. Una filosofía que parece que criticó tanto Epicteto, como Luciano, pero al mismo tiempo admiraron. Una filosofía que es en el fondo una cuestión de actos, pero que ni por los actos, también en el fondo, se puede garantizar un camino correcto.
Dice así Epicteto:
Si has adornado perfectamente tu cuerpo, no te gloríes de tal cosa: ni si bebes agua digas a cada paso que bebes agua. Cuando quieras ejercitar la tolerancia, sea en provecho tuyo, no de otros. No abraces las estatuas y si tuvieres mucha sed, bebe el agua, y arroja el sorbo de la boca sin que nadie lo vea.
- Enquiridión, 47.1
Y aun así, Epicteto y Luciano se mofarán de vosotros y desdeñarán vuestros actos. Porque en el fondo, ¿quién tiene la recta Virtud para dictaminar lo conveniente? ¿quién es capaz de aseverar que aquellos cínicos-pantomima no alcanzaron cierto grado de Ataraxia?
Esto es un dilema en la rigidez moral sobre el cual, no tengo fácil respuesta.
Quizá, como dato que desconocemos, solo hipotetizando, los Cínicos de aquella época, en la que vivieron Epicteto, Luciano de Samóstata y Demonax, eran extremadamente ruidosos. Quizá lo que aquí Epicteto critica, no es tanto el hecho de abrazar estatuas per se, sino el hecho de abrazar estatuas y luego ir proclamándolo a los cuatro vientos. No tanto una crítica específica al acto, sino a la vanagloria del acto. Visto así, se trata de dar un giro de 180 grados a la interpretación original.