Advertencia: Este artículo no se centra en el Estoicismo y de hecho podría resultar un desafío ante los dogmas del mismo.
En estos días atrás, algo que me he venido cuestionando, es la naturaleza real de las pasiones. Esto nace a raíz de haber leído extensa bibliografía en la «(pseudo-)ciencia de la psicología», donde la mayoría de los estudios hacen un extensivo hincapié en la importancia de las emociones desde diferentes ángulos. Al final de cuentas, la psicología parece nacida como la ciencia del bienestar. Lo cierto es que la psicología como ciencia, dista poco de un pensamiento sectario y extremadamente nomotético que plantea pero desdeña todo aquello que no encaja en sus paradigmas, y vanagloria sus estructuras basadas en el propio status quo que le da sustento. Todo fundamentado en hipótesis con poco fundamento pragmático (salvo el que continuamente lo refuta y que suena difícil de creer). Curiosamente corrientes como el conductismo hoy en día no forman parte de la ciencia de la psicología, sino más bien como corrientes de psicología alternativa, como el psiconálisis. Hoy en día, imperan las neurociencias cognitivas, es decir, esas ciencias que parten de premisas no fácilmente validables, salvo a traves de «neuroimágenes» de dudosa validez.
Hecha esta pequeña introducción que además servirá para poner fuertemente en duda, la validez de las emociones como constructo a lo largo de este articulo surge la primera cuestión:
Vamos a unos ejemplos:
¿Quién no piensa que el miedo es MALO? ¿Quien no piensa que la preocupación, o el dolor pasional, por ejemplo de la perdida de un ser querido, es MALO? (el dolor en sí, no la perdida).
¿Quien no piensa que la alegría de haber pasado un rato entretenido de charla con los amigos es BUENO? ¿Quién no piensa, que al haber tenido la oportunidad de viajar a un paraje remoto y descubrir las «bellezas» de ese lugar, y sentir esa expetación, goce y disfrute de lo «bello» y «novedoso» no es una sensación BUENA?
Un Estoico de tres al cuarto, podría pensar, que esta en un proyecto de cambiar esto (llamémosle Prokopton). Lejos de la realidad, es que la realidad esta muy lejos. Con suerte evaluará que la taza tan bonita que se le cayó está mañana y se rompió en mil millones de pedazos, no fue TAN MALO. Pero de ser capaz de pensar esto, a lo que acabo de comentar, hay con suerte, cien millones de años luz de distancia. Siendo benévolo. ¿Hasta que punto merece la pena semejante existancia tan surrealista? Supongo que nos conformamos con poca cosa: -«vive lo mejor que puedas…»- decían.
Ahora bien: mi pregunta va por otros derroteros: ¿y si el trabajo personal debe más allá de todo esto? ¿es simplemente posible realizar una inversión de los polos evaluativos sin parecer un psicótico?
Atención: no hablo de acciones, sino de evaluación emocional exclusivamente. Porque aunque este flujo pensamiento->acción->emoción se establece dentro del paradigma de la motivación, es decir, que el ser humano es tan simple que HACE LO QUE HACE exclusivamente para INVOCAR la emoción, entonces todo tiene sentido:
En definitiva: una vida exclusivamente guiada por la emoción, algo que tiene mucho sentido. Desde una perspectiva claramente adaptativa. Si hicieramos una inversión de polaridad, bajo esta premisa, acabaríamos matándonos todos. Porque no hay que olvidar que el ser humano es tan simple, que solo guía sus acciones por la expectativa de la emoción a generar.
En el fondo lo que estoy intentando desvelar, es si realmente enseñamos a los niños (y a su misma vez, nos enseñaron a nosotros), que es bueno estar bien y es malo estar mal. Y así sucesivamente, si realmente definimos que lista de emociones son las que corresponden al estar bien y que lista de emociones corresponden al estar mal: si realmente está muy claramente definido que es estar bien y que es estar mal.
Tal como comentaba antes: estar ansioso por algo que puede pasar es estar mal. Estar preocupado por algo que paso, es estar mal. En cambio estar alegre al ir a visitar un sitio desconocido y descubrir nuevos parajes sorprendentes y bonitos, es estar bien. Estar pasando un «buen» rato charlando con los amigos, es estar bien.
Por ejemplo, estar ansioso, estar preocupando es estar bien. Y estar con los amigos charlando, o alegrarse de ir a visitar a visitar parajes sorprendentes, es estar mal.
Recordatorio: dejemos a un lado las acciones de momento. Vamos a centrarnos solo en la emoción partiendo por una premisa, quizá equivoca, que emoción y acción no tengan que ir necesariamente de la mano.
La verdad es que si ahora en este punto releo lo que he escrito, dicho así, suena muy estrambótico todo esto, psicótico o incluso sociopático si nos ponemos un poco sensibles.
¿Cómo va a ser posible que ir a hacer algo que provoque alegría, de toda la vida, sea estar mal? ¿Cómo estar ahí angustiado en plena «crisis nerviosa», sea estar bien? Definitivamente, con estos planteamientos creo que me he vuelto loco a las puertas de ingresar en un psiquiátrico…
Esto es interesante porque a mayores, hace poco estaba leyendo un extracto de libro de psicopatología en el que precisamente se planteaba cuales son las fronteras de lo normal para establecer lo patológico de lo natural. Lo gracioso es que aquí estamos hablando como planteaba en origen de un mero constructo social, lo normal va a ser la moda: lo que enseñamos todos y nos enseñaron a nosotros. Con independencia de que simplemente lo que se enseñe es totalmente absurdo.
Lo más interesante es que no hay nada de descabellado No hay que olvidar que hace apenas unos años, se pensaba que existían «razas inferiores» (y que paradójicamente hay muchos que hoy en día lo siguen pensando). Hace menos de dos décadas, que en el manual de diagnóstico, la homosexualidad era un Trastorno psicológico claramente identificado, con una serie de puntos que definían su diagnosis (de manera bastante fácil, por cierto). Por eso, no tengo claro, hasta que punto, merece la pena creer que existe una línea razonable en toda esta historia. ¿Quién es el psicótico? ¿El que piensa que estar alegre es algo BUENO? ¿O el que piensa que es algo malo? Un buen Estoico de tres al cuarto, diría que los dos: Que estar alegre es indiferente. ¡Un aplauso para el Estoico por semejante gala de sabiduría teórica!
Sinceramente, no lo tengo tan claro.
La pregunta del millón es si ya estamos bien adaptados, o si nos dirigimos a una completa maladaptación. No hay que olvidar que para nosotros, un ejemplo de maladaptación fueron los dinosaurios, que en total, vivieron más de 300 millones de años en la faz de la Tierra aunque al final se extiguieran. Darwin decía que los dinosaurios simplemente no fueron capaces de adaptarse. Los seres humanos apenas llevamos 500 mil años en la Tierrra, y muchos científicos auguran que ya estamos a punto de extinguirnos. Entonces habremos existido casi 1000 veces menos años que moraron los Dinosaurios este planeta. Y si es cierto que hubo una glaciación que los extinguió, entonces ni siquiera tuvieron la capacidad de adaptarse como especie: a nosotros no nos va a hacer falta ni esa glaciación, nosotros mismos acabaremos con todo.
Con tanto enfoque como tiene la psicología en la necesidad Darwiniana de bien-adaptación somos una autentica basura como especie. Y visto así, los tardígrados y las cucharachas son un modelo de excelencia casi supranatural, sin necesidad de Razón, sin necesidad de emociones y con un sistema nervioso muy pobre, inexistente.
Para muchos aquellos que quieren creer que realmente existe un sentido en la vida, ¿no sería tan simple como aprender a adaptarnos antes de extinguirnos? ¿Qué sentido tiene vivir una vida maladaptativa en la que claramente sabes que toda y cada una de tus acciones forman parte de una destrucción de la especie por pura lógica de primer nivel? Da igual: seguiremos viviendo maladaptativamente aun sabiendolo en primera instancia.
Si nacemos, no nos alimentamos y morimos, ¿qué sentido tiene todo esto? El problema de dar tanta importancia a la adaptación es que siempre caemos siempre en lo mismos estereotipos de la existancia: Dar importancia a las necesidades básicas: comer, beber, cobijo, etc… y como no, el soberano acto sexual que permite perpetuar la existencia de la especie (un aplauso al bueno de Aristóteles, hizo bien su trabajo).
Y parece que con esto justificamos la irracionalidad de todo pensamiento por una errática extrapolación lógica.
Dícese así de Diogenes de Sinope (que andaba masturbándose en el Agora)
«Haciendo una vez en el foro acciones torpes con las manos, decía: ¡Ojalá que frotándome el vientre no tuviese hambre!»
– Diogenes Laercio, Vida de los filósofos más ilustres, Libro VI, Diogenes.19
Esta cuestión es meramente circunstancial. Para mi este planteamiento en este punto es válido, pero es irrelevante en relación a la cuestión original. Todos ya sabemos lo que plantearon los Estoicos al respecto.
«Admite las cosas necesarias al cuerpo, solamente en cuanto sirven también al espíritu: la comida, la bebida, el vestido, la casa, la familia. Pero proscribe lo que solo sirve al fasto y a las delicias.»
– Epicteto, Enquiridión, 33.7
Las escuelas filosóficas partian de la base de personas que ya se encontraban en cierta fase evaluativa (en cierto modo ya existían unos patrones previamente desarrollados y el planteamiento consistía en repensarlos). En este caso, para una persona normal, donde la evaluación «positiva» es «disfrutar de los placeres es algo BUENO», lo «correcto» visto desde una perspectiva estoica sería: «disfrutar de los placeres debe ser algo INDIFERENTE». La moderación en este sentido, es el camino. Hasta aquí, perfecto. Pero como digo, en base a la pregunta original, todo esto resulta irrelevante. Los Estoicos son maravillosos, son capaces de no cabrearse cuando se les cae al suelo esa taza tan bonita.
Pero tengo que insistir, en que la pregunta original habla de un escenario totalmente diferente. Al margen de las necesidades básicas, comer, beber, dormir, no morir inmediatamente por el tiempo intempestivo y quizá a lo sumo, pasada la pubertad, satisfacer (o no) el impulso sexual (como sea, masturbándose o teniendo sexo o no haciendo nada y teniendo una polución nocturna al final), la pregunta realmente está enfocada en la evaluación de lo generado a través de la emoción. Dicho de manera simple de nuevo: la estrecha relación queramos o no, que existe entre la acción y la emoción por intermediación de esa evaluación.
Ahora bien: si no evalúo ¿cómo saber lo que tengo que hacer?. Epicteto hablaba de los roles como la solución. Como el ser humano es un ser social, nace una alternativa genéticamente hablando:
¿Es posible que el ROL si esté codificado a nivel genético, pero no la evaluación emocional? Es decir: si esto fuera así, sabríamos lo que tenemos que hacer perfectamente sin tener que evaluar: simplemente dejarnos guiar por nuestro rol. ¿Existen ejemplos perfectos en la naturaleza de esto? Sí: curiosa y paradójicamente los mejores ejemplos de esto, son precisamente las «sociedades» no antropológicas: Las hormigas, las abejas, etc… Entidades sociales que tienen un rol genético perfectamente establecido.
No existen evidencias de un gen evaluativo más allá de lo que comentaba antes, las necesidades básicas que podrían estar generando un espejismo de gen evaluativo. Dado que una vez están resueltas, ¿qué sentido tiene seguir incidiendo en ellas más que por pura evaluación conveniente? Si tengo MUCHA hambre, ¿qué mas me da comerme un magnifico plato sabroso y muy bien elaborado o un simple y triste plato de lentejas? En cambio SI existen evidencias en la naturaleza de la genética del ROL.
Puede que el ser humano tenga mucha capacidad de decisión, o puede que no: Puede que podamos vivir motivacionalmente hablando conforme a lo que queramos, pero dentro de un sistema tengamos que adecuarnos aun rol a nivel adaptativo. Nos estamos saliendo de ese rol arbitrariamente para anteponer la emoción como el BIEN común, y quizá nos estamos desviando a la maladaptación, o no. No tengo ni idea sinceramente.
Por ende aquí la discusión no es tanto la evaluación en sí sobre lo material, sino sobre lo pasional. Y esto me lleva al último punto.
He aquí el quid de la cuestión.
Me pregunto: ¿de verdad es posible hacer lo correcto (ejecutar en base a un rol genético) sin evaluar en base a una emoción? O mejor aún. ¿Puedo invertir la evaluación y aún así seguir haciendo lo correcto (ejecutar en base a un rol)?
Imaginemos una situación: Tener un dolor pasional del mismismo carajo, y aun así estar leyendo un libro. Dar un paseo aun sintiendo un profunda ansiedad, la cual, evaluamos como buena. Estar con los amigos, pero con cara de lo que llamamos «triste», a fin de cuentas, estar alegre es algo malo. Pero estar con los amigos, indistintamente. Salir a viajar, pero no a pasarlo bien, a pasarlo mal. Pero salir a viajar igualmente. Cuidar de la familia y sentirse mal, porque al fin y al cabo, estar contento pasando un rato en familia es algo que evaluaremos como malo. Pero aun así, estar en familia.
Y todo muy centrado en la parte emocional. No en el dolor físico, ni en ningun aspecto de lo material. Solo en lo espiritual. Hacer cosas con independencia de como nos hagan sentir, solo por un acto racional, y luego coger y evaluarlas a la inversa.
¡Qué mal que estoy alegre!
¡Qué bien que estoy preocupado!
Pero sea como sea, hago lo que tengo que hacer con independencia de su evaluación moral, o de lo que me vaya a hacer sentir.
¿Será todo esto posible? ¿O es completamente surrealista? ¿Qué sentido tiene hacer algo, contrario a la evaluación? ¿Contrario a la emoción?
¿Y cuales son nuestros roles? Hacer algo muy loco por la colmena sin esperar nada a cambio. El objetivo es que la colmena siga en pie. Más de 300 millones de años a ser posible. Todavía apenas hemos andado una milesima parte de este recorrido. Y dentro de nuestro pequeño rol de recolector, nuestro pequeño grano de polen solo sirve para garantizar los proximos 50 minutos de existencia de esta colmena.
¿O por el contrario, tendrán razón los investigadores en psicología y el ser humano es poco más que un robot emocional que se guía evaluativamente por sus actos, siendo completamente imposible disociar acción de emoción?
Son solo hipotesis tratando de desbancar a las pasiones o emociones como algo relevante en la existencia del ser humano. Algo que quizá podría llegar a ni merecer la pena ser tratado por su inutilidad adaptativa.
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