Meditaciones

Virtud justiciera: ¿Realmente queremos disponerla? [DIA 47]

Estaba leyendo un artículo acerca de la queja de una persona con respecto a la posición complicada en su trabajo; relativa principalmente a la impotencia que dicha persona sentía al ver como ciertos elementos de su entorno laboral no se estaban ejecutando adecuadamente; y hasta cierto punto incluso podrían causar bajas humanas. En cierta medida esta persona argumenta sobre la opción de imponer su Virtud justiciera, y sugiere realmente que no sabe como hacerlo. ¿Que punto de certeza hay en todo esto?

Hoy en la meditación que he querido hacer reflexiona en el hecho de si verdad, algunas veces, realmente queremos saber ese «como».

La cita Estoica del día

Si quieres mejorar, desecha pensamientos como éste: «Si descuido mis negocios, no tendré medios de vida»; «a no ser que castigue a mi esclavo, se portará mal». Pues es mejor morir de hambre, y así ser liberado de la pena y el miedo, que vivir en la abundancia con preocupaciones; y es preferible que tu esclavo sea malo a que tú seas desdichado. Empieza entonces por las cosas pequeñas. ¿Se ha derramado el aceite? ¿Han robado algo de vino? Piensa en esta situación: a este precio se vende el librarse de la inquietud, a aquel otro precio se vende la tranquilidad, pero nada se consigue por nada. Y cuando llaves a tu esclavo, piensa que es posible que él no oiga tu llamada; y, si oye, que tal vez no haga lo que quieras. Pero si tú no puedes ser inquietado, tu esclavo nunca podrá inquietarte. – Epicteto, Enquiridion, XII

Otro para mi, de esos pasajes claves del Estoicismo y que más resuenan durante mi práctica diaria. En cierto sentido cada uno entiendo que estaremos preocupados por diferentes aspectos del vivir, y quizá este resuene porque mis preocupaciones suelan ir relativas al aspecto de la falta de quietud.

Generalmente hacemos algo, o pretendemos que algo sea ejecutado, incluso más allá de nuestra decisión; que basada en unos factores limitados del momento, entre los que puede incluirse a veces, turbación en la mente; todo se encuentra fuera de nuestro control. Y ese hecho que algo se encuentre fuera de nuestro control puede derivar en algo contra nuestro perjuicio; considerando un prejuicio el hecho de que atente contra nuestros «preferidos indiferentes». Puede ser tan simple como perder algo de tiempo, o un poco de dinero; o perder toda nuestra fortuna y todo nuestro tiempo; es decir, acercarnos a la muerte en algún sentido. En cualquiera de los casos esto es un coste.

Y aquí Epicteto nos plantea: ¿No merece la pena librarse de la inquietud a cualquier coste? Si somos capaces de aceptar ese coste, entonces seremos capaces de no ser inquietados. Esto hila perfectamente con la meditación del día acerca de la Virtud justiciera que planteo a continuación. Siempre existe un coste en aceptar ejecutar y vivir de acorde a la Virtud. Esto es importante que deba ser aprendido desde el minuto cero del Estoicismo. Quizá esto sea de ese saco de repelentes que tiene la filosofía. Pero así funciona. La frase bien lo resume:

Si tu no puedes ser inquietado, entonces nada podrá inquietarte.

Experiencias del Día

Y hablando de inquietar, justamente estuve meditando acerca de ello. En la actualidad observo dos situaciones gracias a haber profundizado en el Estoicismo y realizar autointrospección, que en gran medida me superan, y he de trabajar en mejorarlo:

  1. La falta de capacidad de juicio, la falta de Asentimiento en muchos momentos del día. Me aterra la posibilidad de que mala prudencia derivada de un estado alterado de animo, derivado a su vez del mal asentimiento, pueda desencadenar una serie de acontecimientos poco fortuitos. Y en consecuencia esto afecte a la pertenencia de mis preferidos indiferentes
  2. Y de ahí evidentemente, mi excesiva atadura a mis preferidos indiferentes. Pero hay un preferido indiferente que parece que quiero con especial ahínco: La molicie. Por un lado estoy trabajando para darla de lado, pero por otro lado la anhelo constantemente. La posibilidad de pasar las máximas horas que el día me permite, tranquilamente. A veces pienso que si el día me permitiera pasar las 24 horas, las pasaría; es como cuando suena la alarma del despertador y no hay ganas de levantarse. En gran medida quizá sea una falta de habituación regular al exterior, a tener que estar lidiando con gente, con sucesos externos, las 16 horas del día que permanecemos despiertos; o quizá sea la expectativa de buscar alejarse de la exposición constantemente en vez de aceptarla sin más. Creo que en definitiva, he acostumbrado mi cuerpo y mi mente, a buscar un retiro diario regular, cuando en realidad, el estoicismo profesa lo contrario: No buscar dicho retiro, habituarse a la exposición constante, que esencialmente socava la molicie

¿Hasta que punto el cuerpo es capaz de aguantar el cuerpo exhausto? ¿Sostenido en el tiempo, a lo largo del tiempo o indifinidamente? ¿Hasta el punto de adaptarse y sin que afecte negativamente a nivel colateral? ¿O hay que vivirlo para saberlo? Siempre me surgen este tipo de preguntas durante la meditación, fruto de la disciplina de la excusa. Existen casos de Virtud incorrompible pero a la misma vez fortaleza exorbitante como es el de Louis Zamperini entre otros. ¿Quizá deban de servir como ejemplo?

Meditación del Día: ¿Hasta que punto estamos dispuestos a ejecutar la Virtud justiciera de nuestra mano?

En el artículo que comentaba anteriormente, el autor Massimo Pigliucci, presenta una argumentación, aludiendo como suele ser regularmente en el mundo estoico, a una serie de citas estoicas de Cicerón, Séneca de Bill Irvine (autor Estoico Moderno, del que parece ser un fan porque lo cita continuamente) y como no, Marco Aurelio; y a continuación, expone una serie de propuestas a la persona que formula la cuestión, como ideas para ejecutar en base a la injusta situación que plantea. En cierta medida una forma de Virtud Justicia. Entre las propuestas que podemos ver se encuentran:

  • Crear un grupo de presión entre las personas que también apoyan la circunstancia
  • Denunciar a las autoridades competentes
  • Hablar con los medios de comunicación y exponer la situación como una noticia de negligencia.

En gran medida, todo un elenco de Virtud justiciera puesta a disposición del justiciero en cuestión. No he comentado la situación pero la resumo ahora. Una persona trabaja en un hospital, y ciertas malas prácticas estan causando perdidas en forma de presupuesto y en el peor de los casos, de vidas humanas. La persona expone, que bajo su perspectiva, sabe donde estan los fallos, y pese a que sus replicas ante la administración han sido expuestas; estas han sido completamente ignoradas con su correspondiente indignación y por supuesto impotencia.

Esto me recuerda uno de los casos que seguí con mas inquietud hace relativamente poco, a título personal, cuando estuve involucrado en el universo mágico del emprendimiento. Una prometedora chica Elizabeth Holmes, una posible Steve Jobs en potencia, se lanzó a las altas esferas del mundo corporativo, gracias a diseñar una serie de mecanismos para mejorar la analítica sanguínea y que resultaban resultar relativamente revolucionarios.

En gran medida, empezó a tratar de primera mano, con la salud de las personas, introduciendo un sistema que permitiría analizar la sangre sin pinchazos. Pero la efectividad del sistema resultó ser un completo fraude, y esto quedo encubierto durante varios años mientras seguían ejecutándose pruebas diagnosticas a nivel estatal. Hasta que uno de sus empleados, decidió dar un paso, ejecutando la Virtud justiciera y denunciarlo a los medios de comunicación exponiendo su carrera y peor aun, su reputación. Efectivamente, de esta acción, Elizabeth Holmes, quedó inhabilitada de su cargo durante varios años y viendo como su Fortuna desaparecía de la noche a la mañana; pero el empleado a su vez, fue completamente «masacrado» económicamente por el potencial judicial de la Empresa de Homes; y salpicó inclusive, a su familia.

Esto suele ser una consecuencia, de ejecutar la Virtud justiciera en su máximo exponente. Y es la misma razón por la cual, prácticamente nadie estaría dispuesto a ejecutarla.

¿Quién esta dispuesto a ejecutar la Virtud justiciera realmente?

En cambio, mucha gente en la actualidad, entra en el Estoicismo, sabe que son las Virtudes, sabe como ejecutarlas. Y lo peor es que asimismo, saben que existe una injusticia cerca suya, y que les corresponde ejecutar la virtud justiciera en sus vidas para cumplir con la Virtud, o al menos con la sabiduría de la correcta distribución.

Pero, ¿realmente quién esta dispuesto?

Bajo mi punto de vista, según los principios básicos del Estoicismo, prácticamente nadie lo está, ni con varios años de «experiencia estoica». Por una sencilla razón: La existencia de la Disciplina de la Excusa o también llamado, el Prokopton. Como venía argumentando en los últimos días, somos esclavos desde el momento que no podemos ejecutar la Virtud en su plenitud. Y definitivamente somos esclavos todos. Yo soy claramente el primer esclavo y todas las mañanas, me levanto y lavo mis grilletes. Porque estos grilletes me permiten seguir mirando hacia otro lado, y pensar que todavía no estoy preparado. Que no estar preparado forma parte del Prokopton.

En cambio, otra filosofía, como el Cinismo, justamente trata de esto, liberarse de esas cadenas, para poder ejecutar realmente la Virtud, si para un cínico, realmente fuera cierto que la Virtud esta en hacer eso. Por en realidad para los Cínicos no existe Virtud, por tanto tanto hacerlo como no hacerlo a priori, no parece de su incumbencia; siempre y cuando se viva de acorde a la Naturaleza.

Conclusión: Tenemos la Virtud desde que nacimos. La disciplina puede que sea una excusa necesaria o innecesaria

Por eso, en cierta medida, el Cinismo no me parece completista, al igual que el Estoicismo de los Preferidos Indiferentes, y de las pasiones incontenibles, me resulta deficitario.

En total medida, sin ir más lejos de mi, observo como aquello que no hago, dejo de hacerlo por decisión propia, sin ningún elemento externo. Aunque sea cierto que existen elementos externos que en gran medida me atrapan (preferidos indiferentes); en mi más profundo ser, observo que realmente no son absolutamente naturales. Ni siquiera la salud, la vida o la muerte. Dice así Epicteto:

La enfermedad es un impedimento para el cuerpo, pero no para la voluntad, a menos que la voluntad misma lo decida de ese modo. La cojera es un impedimento para la pierna, mas no para la voluntad. Y extiende esta reflexión a todo lo que te sucede; pues tu voluntad la encuentra un impedimento para algo, pero no para ti mismo. – Epicteto, Enquiridión, IX

Dentro de la disciplina del Deseo, la Visualización Negativa que tanto vengo comentando es parte de la solución. Si es cierto que dentro de la disciplina de la excusa hay dos grados: Los que practican y los que no. Afortunadamente con el tiempo estos grados serán dispares, y en algún momento, el primero, será capaz de salir de la excusa y entrar en la acción de la Virtud justiciera:

Deja que la muerte, el exilio y todo aquello que parece terrible se presente cotidianamente ante tus ojos; pero sobre todo la muerte, y nunca pensarás en nada indigno ni desearás nada de forma desmedida.- Epicteto, Enquiridión, XXI

Vitali

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