Como ya comentaba el primer día, una de las prácticas prioritarias del Estoicismo es la llamada Recordatorio de Impermanencia. Es una práctica que tiene dos partes: Una, la que ya venimos haciéndonos conscientes desde el primer día; la naturaleza prestada de todo lo que nos rodea, concretamente esos preferidos indiferentes; y otra quizá más importante como es el caso del agradecimiento constante ante las mismas. Hoy voy a profundizar en ambos aspectos, pero quizá haciendo más hincapié en el segundo.
Entonces, ¿por qué nos seguimos admirando, si nos ejercitamos en las materias de estudio, de ser abyectos en las acciones indecentes, indignos de nada, cobardes, incapaces de soportar la fatiga, completas calamidades? En efecto, ni nos ha importado ni nos aplicamos. Pero si no temiéramos la muerte o el destierro, sino al miedo, ¿nos ejercitaríamos en no caer en aquello que nos parecen males? Pero, en realidad, en la escuela somos impetuosos y locuaces y, si acertamos en dar en cualquier cuestioncilla sobre algo de esto, capaces de llegar a las consecuencias. Pero sácanos a la práctica y hallarás unos pobres náufragos. – Epicteto, Pláticas con Arriano, Libro II.16.18-20
Esta cita hubiera encajado perfectamente el día que hablaba sobre el Intelectualismo y el Estoicismo. Justamente aquí Epicteto hace una dura crítica a aquellos que se sienten cómodos hablando, divagando, conversando y como dice «siendo locuaces e impetuosos» pero siempre dentro de la escuela o del foro de opinión; acertando ciertas cuestiones morales o éticas y representándose a si mismos como un buen conocedor; una figura intelectual ante el mundo. Porque para Epicteto nada de esto valía para algo. No representaba a nadie ni como filosofo, ni como pensador y mucho menos como estoico.
Para Epicteto, y bajo mi punto de vista, que así igual empiezo a verlo, lo único importante es cuanta valentía, y capacidad de soportar la fatiga y las calamidades estamos preparados. Y para ello hay que aplicarse. Hay que ejecutar la práctica estoica día tras día. Sin práctica no somos nadie, y mucho menos, merecedores de opinión ni crítica. Y así todo lo resume perfectamente en una sola frase: «sácanos a la práctica y hallarás unos pobres náufragos»
Hoy ha sido de estos días, que pese a haberme esforzado bastante, no he llegado a alcanzar el nivel de práctica que había estimado. Quizá en este punto es cuando empiezo a darme cuenta acerca de todas esas frases, en las que comentan los principales estoicos acerca de llevar adelante demasiadas tareas, hasta un nivel abrumador. Si tengo que sacar una conclusión de la experiencia de hoy, creo que esa palabra la define completamente.
Ahora debo reconocer que estoy errando. Quizá en los primeros días me daba cuenta de ello, porque todavía no tenía adquirido el vicio; pero pasados 2 veces 21 días (doble hábito), ahora si he adquirido un vicio de asumir invertir el tiempo quizá en prácticas no tan convenientes, e ir dejando de lado algunas porque literalmente es imposible alcanzarlas. Y como ya me advertía a mi mismo, mensajes de 2.000 palabras diarios, es absolutamente insostenible. He estado ya en dos momentos de esta semana apunto de parar esta práctica concretamente; y es quizá como comentaba tanto al principio del año, como en el resumen del final de mes de Enero, la única que quiero ejecutar al 100% durante todo el año, aunque ni siquiera sea la más importante. Tozudo, pero poco funcional. Definitivamente esto tengo que «repararlo» porque el punto que se está resintiendo más con diferencia, es mi tiempo libre y ya advertía Marco Aurelio sobre ello.
Hace ya unos días, me encontraba en cierta confusión acerca de como podían entrar en conflicto la práctica de la Visualización Negativa; y en contrapartida, el recordatorio de Impermanencia. En cierto grado, estas dos prácticas son complementarias para alcanzar un fin; la gestión de la pasión y la relación con los preferidos indiferentes.
La práctica del recordatorio de impermanencia queda bien expuesta por Séneca en varios apartados; y que quizá fue de los autores que se han podido extraer más prácticas con claridad junto a Epicteto; aunque también tengo que decir, muchas son interpretaciones de prácticas. Por que muchas veces, la pura práctica se encontraba en la exposición y examinación de impresiones tal y como decía Epicteto:
En cada cosa que te acontezca, recuerda volverte hacia ti mismo y preguntarte qué poder tienes frente a ella. Si ves a un hombre hermoso o a una mujer hermosa, verás que la facultad para resistirte es la continencia. Si se te presenta el dolor, encontrarás la capacidad de sufrimiento. Si se trata de palabras ofensivas, reconocerás la paciencia. Y si has sido formado en estos hábitos, no te verás arrastrado por las apariencias. – Epicteto, Enquiridión, X.
Una práctica mucho más simplista y menos procedimentada, como ha sido por muchos estoicos más recientes.
Pero Séneca dice así:
Doyte licencia que recurras a todas las cosas; y porque en ellas no hallarás alguno cuyo todo quieras ser, te permito que de cada una escojas la parte que holgaras te hubiera sido dada; que con todo eso, haciendo estimación de lo que la naturaleza te dio, será forzoso confieses que has sido el objeto en quien ella más se esmeró. Lo cierto es que los Dioses inmortales nos tuvieron y nos tienen por la cosa más amada, dándonos el mayor honor que se pudo, que fue colocarnos cercanos a ellos. Así que las cosas que habernos recibido son muy grandes, y no convino fuesen mayores. – Séneca, De los Beneficios, Libro II.29
Quizá esta sea al mismo tiempo, una cita con un ejemplo de agradecimiento ante lo que nos ha sido dado, pero a la misma vez, una expresión del aspecto físico más transcendental de la filosofía Estoica.
Dice así mismo Epicteto, sobre el agradecimiento como lo que nos viene prestado:
¿Cuál es la ley? La divina: guardar lo propio; no reclamar lo ajeno, sino usar lo que nos ha sido dado; no ansiar lo que no nos ha sido dado y, cuando una cosa te es arrebatada, devolverla con facilidad y de inmediato, agradecido por el tiempo que la usaste, si no quieres estar llorando por la nodriza y por mamá. – Epicteto, Pláticas con Arriano, Libro II.16.28
Y finalmente, Epicteto vuelve a dejar claro esto en diferentes partes del Enquiridion:
Nunca digas por nada «lo perdí», sino «lo he devuelto». ¿Ha muerto tu hijo?. Ha sido devuelto. ¿Ha muerto tu mujer?. Ha sido devuelta. ¿Te han arrebatado tus propiedades? ¿No han sido también devueltas? Pero el que me lo ha quitado ha sido un mal hombre, dirás. ¿Pero qué te importa a ti por qué te lo quitó el que te lo dio?. Mientras te lo permita, cuida de ello como si perteneciera a otro, como hacen los viajeros con la posada. – Epicteto, Enquiridión, XI
Si pretendes que tu hijos, tu mujer y tus amigos vivan para siempre, eres un tonto; pues pretendes que las cosas que o dependen de ti dependan de ti, y que las cosas que pertenecen a otros sean tuyas – Epicteto, Enquiridión, XIV
En resumen, pasajes que hablan sobre el hecho de sentirse agradecido con lo que disponemos, con lo que consigamos, lo que nos es ofrecido y sobre todo aceptar el préstamo, dado que nada es otorgado en formato de posesión, en eso consiste el recordatorio de impermanencia. ¿Quien nos lo quita? Como hacía anteriormente referencia Séneca, hablamos del Dios, panteísta, el Cosmos, el Universo. Si alguien nos quita una posesión, realmente no lo quita ese alguien, sino el Cosmos a traves de ese alguien. En cierta medida, tratan de encajarse las piezas de este rompecabezas; elevando la medida a ese apartado transcendental de la metafísica. Realmente sin este apartado, nada tiene mucho sentido, los átomos son átomos, y ni siquiera nos pertenecerían tampoco en esa forma; porque dada la entropía molecular, ni siquiera nosotros mismos nos perteneceríamos.
Pero en cambio en el caso del Estoicismo, si que existe cierto grado de pertenencia; hacemos referencia a la voluntad, o al poder de elección como forma de co-destino (Prohairesis) en nuestra mano está decidir como conformar con respecto a las posesiones y ejecutar la práctica del recordatorio de impermanencia en todos los aspectos aquí destacados:
Al margen del intelectualismo, ya sabemos como comentaba días atrás que la práctica, o la acción en si misma dan un fenómeno en el cerebro que nunca dejará de sorprenderme, pese a los simplista que es: La Habituación. Generalmente siempre saco el aspecto de la habituación, para combatir aspectos negativos de nuestras vidas. Por ejemplo, si tenemos miedo a montar en coche, el hecho de forzarse repetidas veces a montar, acaba forzando el efecto de la habituación y esa tensión que sentíamos al principio al entrar en el habitáculo; iría disminuyendo con el paso del tiempo.
Pero como comento, la habituación se establece tanto para lo bueno como para lo malo. Tanto para lo preferido indiferente como para lo rechazado indiferente. Podemos habituarnos a algo rechazado asimismo, como comer pocas cantidades en vez de pegarnos atracones. Esto no sucede de la noche a la mañana, pero si lo sostenemos muy firmemente todos los días, muchas horas a lo largo del tiempo; el efecto de habituación se acaba produciendo. Esto es quizá uno de los aspectos más poderosos con los que cuenta la mente humana para alcanzar la Eudaimonia; así como para perderla por completo.
En el otro lado, hay que recordar que el cerebro se habitua también a lo bueno. Y se habitua hasta tal punto, que acaba desdeñándolo. Compramos un coche fabuloso, con cientos de opciones y comodidades que parece que van a cambiar radicalmente nuestra movilidad. Compramos una casa enorme, donde parece que vamos a tener ese espacio que siempre nos faltó. Nos enamoramos de un/a chico/a fantástico/a que nos hace sonreír cada mañana. Pero al cabo de no mucho tiempo, el desdén se apodera de nosotros en relación a ese preferido indiferente. Y es en ese momento cuando parece que no tenerlo nos dará igual, pero tenerlo, nos causa absoluta indiferencia. ¿Tiene esto sentido?
Dice Epicteto así:
Recuerda que en la vida debes comportarte como si estuvieras en un banquete. Imagina que algo se lleva a la mesa y está frente a ti. Alarga el brazo y toma un trozo con discreción. Imagina que pasa por delante de ti. No lo retengas. Imagina que todavía no te ha llegado. No des rienda suelta a tu deseo y espera que esté frente a ti. Actúa así con respecto a los niños, con respecto a las mujeres, y del mismo modo con los cargos oficiales, con la riqueza, y serás algún día un digno invitado a los banquetes de los dioses.
Pero si no tomas nada de lo que está delante de ti, e incluso lo desprecias, entonces no sólo serás un invitado en los banquetes de los dioses, sino también un compañero igual a ellos en poder. Pues actuando así Diogenes y Heráclito y otros como ellos fueron merecidamente divinos, y así fueron llamados. – Epìcteto, Enquiridion, XV
Es justamente aquí donde está práctica, el recordatorio de impermanencia cobra todo el sentido si queremos ser invitados al Banquete de los Dioses. Hay que dejar de dar por sentado lo que tenemos. De hecho, quizá plantearnos si llegar incluso a desecharlo dadas las circunstancias. Disponer de más no es mejor. Incluso quizá merezca la pena no despreciarlo todo, y quedándose solo con lo estrictamente necesario según la naturaleza, como se dio en el Cinismo… ¿o sí? De momento trabajaré esta práctica con cierto grado de prioridad porque parece que resulta conveniente.
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esta practica me parece fundamental, la de la reflexion diaria sobre la impermanencia, la gratitud por todo lo que disponemos y la renuncia a todo lo innecesario, creo que si podemos llevarla a cabo a lo largo del tiempo estaremos bien encaminados.