Leyendo a través del profundo análisis de Pierre Hadot sobre las Meditaciones de Marco Aurelio, el autor concluye que existen una serie de pasajes en el libro, que corresponden con las principales máximas del estoicismo, y que Marco Aurelio las descompone en una serie de listas enumeradas, en formato capitular: Las Kephalaia (κεφαλαια).
Semejante al desglose del libro de Disertaciones de Epicteto con Arriano, quiero ir extrayendo estos 9 kephalaia, y apoyándome en los comentarios de las Meditaciones de Pierre Hadot, intentar descomponerlas un poco entre las principales temáticas ya conocidas del estoicismo.
Apenas amanezca, hazte en tu interior esta cuenta: hoy tropezaré con algún entremetido, con algún ingrato, con algún insolente, con un doloso, un envidioso, un egoísta. Todos estos vicios les sobrevinieron por ignorancia del bien y del mal. Pero yo, habiendo observado que la naturaleza del bien es lo bello, y que la del mal es lo torpe, y que la condición del pecador mismo es tal que no deja de ser mi pariente, participante, no de mi misma sangre o prosapia, pero sí de una misma inteligencia y de una partícula de la divinidad, no puedo recibir afrenta de ninguno de ellos, porque ninguno podría mancharme con su infamia. No puedo tampoco enojarme contra mi pariente ni aborrecerle, que hemos sido creados para ayudarnos mutuamente, como lo hacen los pies, las manos, los párpados, los dos órdenes de dientes, el superior y el inferior. Obrar, pues, como adversarios los unos de los otros es ir contra la naturaleza: y es tratar a alguien de adversario el hecho de indignarse o apartarse de él.
Uno de los pasajes que he comentado más veces, la primera vez aquí; y estaba claro que constituía uno de los pilares básicos de las Meditaciones de Marco Aurelio. Entre los primeros asertos del Estoicismo que podemos encontrar, está el de «Todos estos vicios les sobrevinieron por ignorancia del bien y del mal. Pero yo, habiendo observado que la naturaleza del bien es lo bello, y que la del mal es lo torpe«, que es el más destacable principio de la Moral Estoica.
Por otro lado destaca «no puedo recibir afrenta de ninguno de ellos, porque ninguno podría mancharme con su infamia» considerando que el vicio de otros, no puede afectar a uno que progresa en la Virtud. En definitiva, que el vicio procede de la ignorancia; y por contrapartida, la virtud del conocimiento. Y que no hay nada malo ni bueno en ello, siempre que sea externo a nosotros. Esto es el fundamento principal de la Moral Vacía del estoicismo
- Le buscan para solaz el campo, la playa, la montaña; cosas que tú mismo acostumbras a desear con el más vivo anhelo. Todo esto denota vulgaridad de espíritu, teniendo uno en su mano, a cualquier hora, el retirarse en sí mismo. En ningún lugar encuentra el hombre refugio más apacible, más tranquilo, que en su propia alma, sobre todo cuando atesora aquellos bienes que, con una sola ojeada, nos devuelven en seguida la libertad del espíritu: y lo que yo llamo libertad de espíritu no es otra cosa que el estado de un alma bien ordenada. Concédete, pues, constantemente, este descanso y rehazte con él. Tendrás para ello ciertas máximas breves y elementales que, prontamente reducidas a la memoria, te borrarán toda pesadumbre y te restituirán libre de enfado, a tus funciones habituales. Porque, ¿qué cosa no puedes soportar con paciencia? ¿La ruindad de los hombres? Recuerda a este respecto que los seres razonables nacieron el uno para el otro, que de justicia deben sufrirse mutuamente, que sus faltas son involuntarias; piensa en los que, heridos de muerte, dados a la enemistad, al odio, traspasados por la lanza, están tendidos en la tumba, reducidos a cenizas. ¡Cálmate, pues!
- Pero ¿llevas pesadamente acaso la parte que de la totalidad te fue asignada? Ten presente la alternativa: tanto si lo dirige una Providencia, como si lo dirige el concurso fortuito de los átomos, recuerda las pruebas por las cuales se demuestra que el mundo es como una ciudad. Pero ¿te habrán quizá dominado los intereses corporales? (6) Reflexiona que la inteligencia no toma partido con las agitaciones, suaves o violentas, del soplo vital, una vez ella se recobra y reconoce su poder; recapacita, en fin, cuanto aprendiste y aceptaste sobre el dolor y el placer.
- Mas ¿te atormentará por ventura la pequeña ambición? Echa los ojos al olvido en que caen rápidamente todas las cosas y al abismo de la eternidad, por una y otra parte infinito; a la vanidad del aplauso ruidoso; a la versatilidad y arbitrariedad de los que al parecer nos favorecen con su aplauso; a los límites exiguos en que se circunscribe la fama. Toda la tierra es como un punto, y ¿qué rinconcito de éste es habitado? Y allí, ¡cuántos hombres y qué suerte de hombres te ensalzarán!
- Réstate, pues, que te acuerdes del reposo que puedes disfrutar en este pedazo de tierra que te pertenece. Sobre todo, no te agites ni pongas sobrado empeño por cosa alguna. Sé libre y examina todas las cosas como varón fuerte, como hombre racional, como ciudadano, como quien vive para morir. Entre las máximas de que debes echar mano, ante las cuales te inclinarás, figuran estas dos: la una, que las cosas mismas no llegan al alma, sino que permanecen en el exterior, inamovibles; las inquietudes provienen únicamente del modo que interiormente tienes de opinar. La otra, que todo cuanto divisas, en un abrir y cerrar de ojos, va a trasmutarse, cesará de existir. ¡De cuántas cosas has presenciado ya tú mismo las transformaciones! Piénsalo constantemente. «El mundo es una mutación continua: la vida, una imaginación».
Como no podía ser de otra forma, uno de los pasajes más largos de libro, trata sobre los diversos temas enumeradamente, de los que trata el estoicismo: «Reflexiona que la inteligencia no toma partido con las agitaciones, suaves o violentas, del soplo vital, una vez ella se recobra y reconoce su poder; recapacita, en fin, cuanto aprendiste y aceptaste sobre el dolor y el placer«, es decir, que la razón no toma partida en el vicio, sino exclusivamente en la Virtud; el Intelecto es totalmente independiente del cuerpo.
Y tal como indicaba en el fragmento del Libro II.1 dice así: «Recuerda a este respecto que los seres razonables nacieron el uno para el otro, que de justicia deben sufrirse mutuamente, que sus faltas son involuntarias«, es decir, que esas faltas, provienen de un falso juicio, una falta completa de razón, y por ende son involuntarias. ¿Como podrían afectarnos de alguna forma? Lo hacen, pero esto es gran parte del motivo de no haber cosechado aun, una Virtud completa.
En este punto, aunque Marco Aurelio, flirtea repetidas veces con la idea de; o bien sea «providencia» (determinismo) o aleatoriedad (átomos): «Ten presente la alternativa: tanto si lo dirige una Providencia, como si lo dirige el concurso fortuito de los átomos, recuerda las pruebas por las cuales se demuestra que el mundo es como una ciudad«, siempre acaba dejando caer, su postura. Al final todo se reduce a una cuestión determinista, que es la que constituye en definitiva, los preceptos de la física estoica.
¿Has entendido esas cosas? Atiende, pues, a estas otras. No te perturbes; simplifícate a ti mismo. ¿Peca alguno? Sobre su cuenta y contra sí mismo peca. ¿Te acontece algo bueno? Bien: todo ello estaba previsto desde el principio, urdiendo la trama de tu vida. En suma, breve es la vida. Conviene aprovechar el presente, usándolo con reflexión y justicia. Si te relajas, sea sobriamente.
Volvemos al mismo planteamiento del primer pasaje: «Sobre su cuenta y contra sí mismo peca.«, haciendo referencia al hecho, que el «pecador» (es decir aquel que acomete un vicio) solo lo hace contra su propia voluntad, y no debe afectar a una persona que trabaja la virtud del estoicismo.
Todo ocurre conforme al Determinismo estoico, y si bien «en suma, breve es la vida, Conviene aprovechar el presente» no se se plantea desde una perspectiva del «Carpe Diem» famoso, sino del enfoque para cosechar la Virtud. Porque recordemos y esto es algo que veremos también como tema principal en los pasajes de las Meditaciones de Marco Aurelio, la historia se repite innumerables veces (¿conflagración Universal, o una cuestión de causalidad?) y esto implica, que más vale vivir en la Virtud, para que cuantas mas veces se repita, siempre sea en las mismas condiciones virtuosas. Es otra perspectiva significativamente diferente, y otro motor para hacer «bien» las cosas.
Propio es del hombre el amar incluso a los que le ofenden. Esto es lo que tú harás si tienes presente que también ellos son tus allegados; que pecan por ignorancia o involuntariamente; que dentro de poco, tanto tú como ellos moriréis; y, sobre todo, que ellos no te causaron ningún daño, ya que no han hecho a tu facultad rectora peor de lo que antes era
Siguiendo con la máxima: «No puedo sufrir ningún daño cualquiera que sean las acciones que haga otra persona» y poco más hay que no hayamos visto en los tres pasajes anteriores
Da una vuelta al cuerpo, contémplalo cual es de suyo, y cómo será cuando haya envejecido, enfermado, muerto. Corta es la vida de quien alaba y de quien es alabado, de quien se acuerda de alguien y de quien es recordado. Además, acontece esto en un rincón del mundo; y aun allí no logran ponerse todos de acuerdo; ni siquiera uno solo suele ir acorde consigo mismo. ¡Y toda la tierra no es más que un punto!
Marco Aurelio, también repite incesantemente en las Meditaciones; el tema de la brevedad de la vida, la relatividad del recuerdo (relativizando la importancia del prestigio, la fama y el reconocimiento), y la vanidad de la gloria póstuma; algo que debía ser muy significativo y debía alterar la paz de muchas personas, dado que la propuesta de alcanzar el Areté con una muerte en el campo de batalla era promulgado por la gran mayoría.
También una cuestión que es muy llamativa para la época, es el hecho de destacar, que «toda la tierra no es más que un punto«. Esto forma parte de la serie contemplativa de Marco Aurelio, en relación a su «Perspectiva Cósmica». En gran medida, parece como si ciertos filósofos, (muchos estoicos), fueron capaces de determinar que nuestra existencia y la Tierra, era tan solo un minúsculo punto en la inmensidad del universo; mientras que apenas solo unos años después, toda una religión impondría durante más de un milenio, el hecho de que la Tierra sería el centro del Universo, y todo giraría entorno a ella, con un grado de antropocentrismo tan significativamente alto. No deja de resultarme curioso, lo que el impacto de una «mal planteada» hipótesis puede provocar sobre la humanidad, y sobretodo, el retraso intelectual que supondria la transcendencia de una mala hipótesis limitante en un pensamiento colectivo (como preconizaban los Cínicos).
A expensas de una segunda parte, con los últimos tres kephalaia, y la recopilación final de los conceptos; para terminar hoy, el pasaje más largo de Meditaciones, que enumera prácticamente todas las máximas de Meditaciones. Dada su longitud, voy a dividirlo por fragmentos para poder tratarlo mejor:
Pero es mayormente digno de examen, en primer lugar, pensar cuál sea la relación que me une a los mismos hombres, y que hemos nacido los unos para los otros; mas yo, por otro título especial, nací para estar a su cabeza, como el morueco guía el rebaño y el toro la vacada. Remonta luego más alta la consideración: si no los átomos, es la naturaleza la que gobierna el universo. Si esto es así, los seres inferiores se crearon por causa de los más nobles, y éstos los unos para los otros.
En este primer apartado, hace referencia al Cosmopolitismo estoico, del que ya hablé en su día. Y luego hace referencia a ese aspecto de la Naturaleza, en el que, si de alguna manera todos fuimos creados en base al Logos Universal, ¿no debería existir alguna relación entre todos nosotros?
En segundo lugar, cómo se comportan en la mesa, en la cama y lo demás; sobre todo, en qué necesidades tan duras les ha puesto su mismo modo de opinar, y aun entonces, con qué soberbia obran.
Es curioso porque aquí hace referencia, a la posición de las personas en función de sus necesidades y de sus «lujos». En gran medida, esa «soberbia» de la que habla, fruto de las clases sociales, es bien sabido, parte del desprecio del estoicismo a la sociedad del momento (y en gran medida parte heredada del cinismo). Considerando que los indiferentes, vienen del reino de lo mortal, ¿Como es posible que pueda dar valor y apreciación diferencial entre las personas?
En tercer lugar que, si con la rectitud debida obran de esa forma, no es razón que nos indignemos contra ellos; si no obran rectamente, es evidente que lo hacen sin libertad y por su ignorancia. Pues toda alma sólo de mal grado se priva tanto de la verdad como del conocimiento con que debe conducirse con cada uno según su valor. Por eso, llevan con impaciencia el oírse llamar injustos, ingratos, avaros, y, en una palabra, propensos a faltar contra su prójimo.
Al igual que hacía referencia en el pasaje 1 del Libro II, aquí vuelve a repetir con semejantes palabras el mismo concepto: «El mal les sobreviene de la ignorancia, y estos son propensos a faltar a su prójimo por ello, con lo cual no deben causar ningun daño a la persona Virtuosa»
En cuarto lugar, que tú también el primero cometes muchos yerros y eres otro tal como ellos. Aunque te abstienes de ciertas faltas, tienes, con todo, una rara inclinación a cometerlas; y sólo por cobardía, por ambición u otro vicio análogo, dejas de incurrir en ellas.
Esto es quizá lo mas interesante: Aquí, Marco Aurelio, hablándose a si mismo, se recuerda el concepto del Prokopton; del progreso, tal y como comentaba ayer, en relación al hecho de que el concepto de Virtud, es «binario», o se tiene o no se tiene. Mientras que no se tiene la Virtud, uno se encuentra en progreso de alcanzarla, y en consecuencia, aceptar los errores, y aceptar que uno forma parte de la masa ignorante, es importante. Entender la inclinación a lo malo (el mal asentimiento que deriva en la pasión, por tanto el vicio), sirve para saber corregirse a tiempo, y dirigirse al camino más adecuado
En quinto lugar, que si cometen faltas, tú no lo sabes exactamente, porque muchas cosas se hacen según un fin propuesto; es necesario, en suma, enterarse de muchos pormenores antes de pronunciarse absolutamente sobre una acción ajena.
Otro precepto relativo a la Perspectiva Cósmica: Si observas algo que es una falta, uno no puede aventurarse a juzgarla, por muy mala que sea, porque es imposible enterarse del motivo por el cual dicha falta se ha provocado. Esto en gran medida está alineado con el concepto de la perspectiva cósmica en cuanto al bien hacer del Logos Universal, dado que todas las acciones que veamos en la vida, tienen un motivo, y son perfectas en esencia; son resultados y a su misma vez, forma parte, de una serie de eventos en cadena para continuar el ciclo vital. Con lo cual, aventurarse a juzgar algo, es incorrecto moralmente, y es por ello que el objetivo final del Estoico es cosechar la nombrada Moral Vacía
En sexto lugar, cuando te indignares sin medida, recuerda que la vida humana es infinitamente breve y que dentro de poco estaremos todos tendidos en el lecho fúnebre.
Otro recordatorio sobre la brevedad de la vida, equivalente al visto en el pasaje 21 del Libro VIII, y en el pasaje 26 del libro IV: La vida es corta, hay que aprovecharla para cumplir con la Virtud en la mayor manera de lo posible. Y esa «no indignación» forma parte de la misma
Lo séptimo, que no son las acciones ajenas las que nos turban, pues se quedan ellas en los principios rectores de los otros; son, en realidad, nuestras acciones mismas. Depón, pues, y decídete a echar de ti este juicio, como si se tratara de algo grave, y con ello se te habrá ido la cólera. Pero, ¿cómo desecharlo? Haciendo la cuenta que no se te ha hecho infamia. Porque si no fuera la infamia el único mal, fuerza sería que tú también incurrieses en muchas faltas, que fueses un ladrón, un hombre capaz de todo.
En cierto grado, este es el resumen de los primeros fragmentos de este pasaje: «No es lo que hacen otros lo que nos afecta, sino lo que hacemos nosotros, la razón incorrecta que aplicamos ante esas acciones, la que nos afecta (pasión) de verdad«. Un tema sobre las emociones que comenté, ampliamente hace bastante tiempo, pero que es en esencia una de las piedras angulares del Estoicismo y de la Dicotomía del Control; no importa lo externo, que no podemos controlar, sino lo interno, que si que podemos controlar.
Lo octavo, que la cólera y el dolor que experimentamos por las culpas ajenas nos acarrean una turbación mayor que la que nos causarían en sí aquellas cosas por las cuales montamos en cólera y nos resentimos.
Este fragmento en particular de las Meditaciones, me parece algo muy concreto de Marco Aurelio, que si bien podría servir de refuerzo, y no se desvía demasiado de la temática principal, no creo que sea aplicable en todo solo los casos. En resumen parece como que invita a decirnos, que asumir el vicio de terceros es peor incluso que asumir nuestro propio vicio.
Lo nono, que la mansedumbre es invencible si fuere franca, sin sonrisa burlona, sin hipocresía. Porque, ¿qué te podrá hacer el hombre más violento, si continuares testimoniándole tu benevolencia y si, dada la ocasión, lo amonestares con dulzura, lo instruyeres holgadamente en aquel preciso momento en que intente dañarte?: «No, hijo mío; para otro fin hemos nacido. No me acarreas a mí mal alguno: es a ti mismo a quien dañas, hijo mío». Y hazle ver con delicadeza y de un modo general que ni las abejas suelen proceder así, ni otra especie de animales por naturaleza sociables. Conviene asimismo obrar así sin ironía, sin improperio, sino afectuosamente y sin amargura en el corazón, ni menos como un maestro reprende en pública escuela, ni de forma que suscites la admiración en los circundantes; antes bien, dirígete a él solo, por más que otros se hallen presentes.
Aquí hace referencia a la maldad del ser humano. La maldad fruto del vicio, o lo que es lo mismo, la falta de razón o el asentimiento equívoco. Como comenta, esto no se da en otros animales sociales como las abejas, dado que al carecer del Logos, o el estado del logike psyche, no pueden crearse interpretaciones negativas, es decir, no pueden asignar un bien o un mal (una moral) a agentes externos, y por ende, no pueden acabar volviéndose malévolos. Recordar, que el concepto «volverse malévolo», según el estoicismo, es tan simple, como ser ignorante, o simplemente, no dar uso de la razón prácticamente nunca; y siempre ser guiado por sus impulsos o por un nivel de asentimiento errático (emociones).
En este apartado de las Meditaciones, Marco Aurelio habla compasivamente, indicando, que ante esta malevolencia, no cabe el hecho de volverse hostil contra ellos, sino todo lo contrario; actuar afectuosamente y sin amargura en el corazón; tender una mano a aquellos que «sufren la malevolencia», y a través del ejemplo propio, invitarles a salir adelante. Este tipo de reflexiones son en gran medida, las que dieron una buena percepción a Marco Aurelio ante el mundo, dada la compasión de sus palabras ante la ignorancia y su «predisposición» a hacer el bien; es decir, corregir al ignorante.
Ten fijos en la memoria estos nuevos preceptos capitales, como otros tantos dones recibidos de las Musas y empieza alguna vez, mientras te dura la vida, a ser hombre de veras. Mas debes guardarte igualmente de enojarte contra los hombres que de adularlos: que ambos excesos son contrarios a la sociabilidad y acarrean daños. Ten presente en tus asaltos de cólera que no es propia del hombre la irritación, sino la dulzura y el sosiego que, a la vez que humanas, son virtudes más varoniles e infunden al que las posee más fuerza, más nervios y más valor viril que al que se impacienta y maldice. Cuanto más su conducta se acerca a la impasibilidad, tanto mayores serán sus fuerzas. Y a la verdad, así como la aflicción refleja debilidad, refléjala también la ira: que en ambos casos es uno herido y se da por vencido. Si quieres, toma aún este décimo consejo como don de Apolo: a saber, que es locura el pretender que los malvados no cometan delitos, pues esto es desear imposibles; consentir, en cambio, que se muestren tal cual son en presencia de los otros, queriendo al mismo tiempo que no te ofendan, es una iniquidad y una tiranía
Aquí y para terminar este pasaje, muestra como «la dulzura y el sosiego», son Virtudes; fruto de la Razón, en parte de esa virtud cardinal de la Templanza, son necesarias para mantener un estado de «Paz» en el ambiente. Vuelve a repetir, que la hostilidad ante el ignorante, es una forma de tiranía, y que al contrario, la aceptación y la paciencia ante el ignorante (recordemos, ante el malvado, ante la persona que vive en el mal asentimiento constante), es una forma de Virtud.
Desear que estas personas cambien, de la noche a la mañana, por el simple hecho de ser hostiles contra ellos, o imponerles castigos, es un vicio en si; es formar parte de esa ignorancia. O como diría Marco Aurelio, «es desear imposibles».
Por ello, en resumen, Marco Aurelio a través de estos kephalaia de sus Meditaciones, trata de auto-convencerse de una serie de componentes claves y que resumiré finalmente en la última entrada. Pero en parte estos son:
Y que bajo mi punto de vista, aunque esto lo resume a la perfección en el Libro II, pasaje 1, y es uno de los «mantras» que vengo trabajando en las últimas semanas; regularmente, es bueno hacer un fuerte repaso a todas las secciones del libro de Meditaciones, para recordar en esencia las máximas más importantes del Estoicismo.
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