Es última entrada menos larga de lo que viene siendo habitual (realmente el tamaño que a mi me gustaría aplicar a futuro en la mayoría de las entradas) nos permite culminar con el primer libro de las Disertaciones de Epicteto con Arriano, a través de estos últimos dos pasajes
La esencia del bien es cierta clase de albedrío; la del mal, cierta clase de albedrío. Entonces, ¿qué es lo exterior? Materias para el albedrío, en cuyo trato alcanzará su propio bien o mal. ¿Cómo alcanzará el bien? Si no admira las materias. Pues si las opiniones sobre las materias son correctas, hacen bueno el albedrío, pero si son torcidas y desviadas, malo. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.29.1-3
Primera reflexión de Epicteto, acerca del correcto asentimiento, sobre un indiferente, allí donde se encuentra la Virtud, lo bueno o la adecuada decisión. Pero cuando asentimos incorporando un juicio, admirando la materia, entonces la decisión, el albedrío, prohairesis, se vuelve vicioso, por ende malo.
—Entonces, ¿vosotros, los filósofos, enseñáis a despreciar a los reyes? —¡ Desde luego que no! ¿Quién de nosotros enseña a oponérseles en aquello sobre lo que tienen poder? Toma el cuerpecillo, toma la hacienda, toma la fama, toma a los que me rodean. Si convenciese a alguien de que les dispute esto, sí, que me lo reprochen. «Sí, pero también quiero gobernar tus opiniones ». ¿Y a ti quién te ha dado ese poder? ¿Cómo puedes vencer una opinión ajena? —Aplicándole el miedo la venceré —responde—. No sabes que la opinión se vence a sí misma , que no es vencida por otra cosa; ni que al albedrío ninguna otra cosa puede vencerlo sino él a sí mismo. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.29.9-12
Aquí habla del poder, sea de un «rey», o de cualquiera que lo posea. ¿Que se concibe con el poder? Poder sobre lo material, sobre lo mortal. Un poderoso solo gobierna sobre la posesión, pero no puede gobernar sobre la opinión o el albedrío. Si uno quiere gobernar sobre la opinión de otro, entones solo puede hacerlo a traves de la pasión. Pero si dicha persona no esta movida por la pasión, sino exclusivamente por la razón, entonces es completamente ingobernable, y por ende, el «Rey» no tiene absolutamente ningun poder sobre las personas.
Por ello aquí se establece un paralelismo sobre el poder o el reconocimiento y el incorrecto uso de la razón. El valor que se establece entre las cosas y las personas es exclusivamente porque nosotros se lo damos, pero realmente es totalmente irrelevante y en ello se encuentra el ejemplo
Pero demuéstrame que con opiniones inferiores se domina al que es superior en opiniones. No lo demostrarás ni de lejos. Pues ésta es la ley de la naturaleza y de la divinidad: Que lo superior venza siempre a lo inferior. ¿En qué? En lo que es superior. Un cuerpo más fuerte a otro cuerpo, los más al uno, el ladrón al no ladrón. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.29.19-20
A lo que Epicteto hace relación con «opiniones inferiores»: Aquellas derivadas del juicio de valor, de la valoración positiva o negativa de indiferentes. Por otro lado «superiores»: Aquellas derivadas de la razón. ¿Cual es superior? Aquella que procede de la divinidad, de la Logike Psyche, es decir exclusivamente de la razón, por ende superior. ¿Como es posible que lo inferior pueda predominar sobre lo superior?. Como dice Epicteto: Un cuerpo puede ser más fuerte que otro cuerpo. Pero una razón no puede ser más fuerte que otra. Y en gran medida hay que recordar, que esto es debido a que todas las razones pertenecen a la misma esencia Universal.
He aprendido a ver que todo lo que sucede, si no depende del albedrío, nada tiene que ver conmigo. ¿Y eso no te sirve de ayuda en el caso presente ? Entonces, ¿por qué buscas la ayuda en algo distinto de lo que aprendiste?. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.29.24-25
Epicteto insiste mucho en el albedrío (προαίρεσις, prohairesis) en este pasaje. Y no deja de ser curiosa esta insistencia en un sistema determinista como es el estoicismo. La insistencia es clara: Usa tu «prohairesis», tu albedrío, para actuar apropiadamente. Porque ese albedrío que dispones, solo lo dispones tu, como ser humano (una entidad «superior» en el reino animal gracias a haber sido dotado por la razón). Y cuando ese albedrío se alinee por completo con el propósito de Logos Universal, será cuando encuentres la Eudaimonia. Este es el resumen a través del cual el Estoicismo se define. Epicteto da muchas vueltas sobre esto, pero en resumen siempre parece acabar en lo mismo.
En este punto en poco se diferencia Epicteto de las Meditaciones de Marco Aurelio: Ir cambiando mucho de tema, pero existiendo continuamente una línea argumental repitiendo mil veces las mismas cuestiones hasta la saciedad.
Epicteto parece preguntarse: ¿Por qué no usas tu albedrío adecuadamente? ¿Por qué no te das cuenta de todo lo que te sucede, si no es a través de tu albedrío no tiene nada que ver contigo? ¿Por qué sigues haciéndote preguntas acerca de cosas que nada tienen que ver con tu albedrío? Queda bastante claro porque Epicteto se hizo tan relevante por ese hincapié tan fuerte en el apartado de la Dicotomía del control en cuanto a la Ética Estoica se refiere. De hecho es curioso leer la entrada de Wikipedia acerca de la Prohairesis porque según quien lo ha escrito, es un emblema exclusivo de Epicteto, ¿acaso otros estoicos no hablaron sobre ello? (investigaré un poco sobre ello)
Entonces, ¿qué? ¿Hay que decirle eso al vulgo? ¿Para qué? ¿No basta con obedecer uno mismo? Porque a los niños, cuando vienen dando palmas y diciendo: «¡ Qué bien! ¡Hoy, las Saturnales!» , ¿les decimos: «Nada de ‘¡ Qué bien!’»? De ninguna manera, sino que también nosotros nos ponemos a dar palmas. Así que tú también, cuando no puedas hacer cambiar de opinión a uno, piensa que es un niño y da palmas con él. Y si no quieres hacerlo, entonces cállate. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.29.30-32
Las Saturnales eran unas fiestas de los esclavos en la época romana, en la que los mismos, recibían algunos «beneficios» fuera de lo común. Epicteto generalmente establece en el hecho, de que si una persona no desea promover en un cambio en su persona, no tenemos que forzarle a ello. Simplemente podemos o bien comulgar con ella, o bien simplemente callarnos. No es necesario ser profeta en cuanto al estoicismo se refiere. No es necesario o incluso, adecuado, instruir a cualquiera que no desea ser instruido.
Es por ello, y como comentaba hace pocas semanas, que la política y el estoicismo, no encajan completamente (aunque muchos desearan lo contrario). Porque los «ideales» de estoicismo, no proponen un cambio radical en la sociedad, en aquellos que no desean escuchar, sino solo en aquellos que si los buscan por iniciativa propia. Y generalmente las acciones políticas, van muchas veces encaminadas a hacer ver a los terceros, que es «lo más correcto» para ellos. El estoicismo no trata con este aspecto, y verlo de otra manera, no pertenece a la ortodoxia estoica aunque algunos hayan ansiado encontrarlo, principalmente en las doctrinas planteadas por la variante del estoicismo moderno.
Pues el joven que sale de la escuela y va a dar en una circunstancia así es semejante al que ha estudiado cómo resolver silogismos y si alguien le propone uno fácil le dice: «Proponedme mejor uno bien complicado, para que me ejercite». También a los atletas les desagradan los contrincantes de poco peso: «No me levanta», dice. Ése es un muchacho bien dotado . Pues no, sino que cuando la ocasión le reclama ha de llorar y decir: «Quisiera aprender todavía». ¿El qué? Si no lo aprendiste como para demostrarlo con las obras, ¿para qué lo aprendiste?. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.29.34-35
En resumen, más que ir predicando un ejemplo, Epicteto recomienda practicar y demostrar ese ejemplo a traves de las obras. Y que las personas, viéndose reflejadas en dichas obras, sean las que accedan a la instrucción. ¿Que sentido tiene sino, todo el aprendizaje? ¿Para seguir aprendiendo aún más y predicar verbalmente lo aprendido?
Pues, ¿qué es un amo? El hombre no es amo del hombre, sino que lo son la muerte y la vida y el placer y el esfuerzo. Porque, sin eso, traedme al César y veréis cómo conservo el aplomo. Pero como venga tronando y relampagueando con esas cosas y yo tenga miedo de ellas, ¿qué otra cosa he hecho sino reconocer al amo, como el fugitivo ? Y mientras me sienta retenido por ellas, estaré en el teatro igual que el esclavo fugitivo. Me baño, bebo, canto… todo con miedo y sufrimiento. Pero si me libero a mí mismo de los amos, es decir, de aquellas cosas por las que los amos son temibles, ¿qué problema seguiré teniendo, qué amo?. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.29.60-63
Si uno no aprecia los indiferentes de manera moral, ¿por qué podría sentirse turbado ante la amenaza de ellos? En este caso, Epicteto refiere, que mientras que uno sienta «retención» ante cualquier indiferente sentirá la necesidad imperiosa, de basar su albedrío, sus decisiones y sus opiniones, en base a ello constantemente. Pero en el momento que nos disociemos de esa «lacra» será realmente el momento en el que empezaremos a ser libres, y no podrá ser diferenciado una persona de otra, y todos los aspectos de valía carecerán de cualquier valor intrínseco
Cuando vayas a uno de los poderosos, recuerda que también otro desde arriba mira lo que sucede y que tú has de agradar a éste más que a aquél. El primero, entonces, te pregunta: —¿ Cómo llamabas en la escuela al exilio y la prisión y las cadenas y la muerte y el descrédito? —Yo, cosas indiferentes. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.30-1-2
En es último pasaje, Epicteto recuerda los principios básicos, que además he ido comentando en el anterior. En definitiva, un último repaso por los indiferentes en este libro. Digo «último», porque en realidad no tengo muy clara la ordenación de los libros, no se si fue algo cronológico, o simplemente una decisión de Arriano para dotar de organización.
—Di también: ¿qué cosas os parecía que eran los bienes? —Un albedrío y uso de las representaciones como se debe. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.30-1-2
Concluye dando una nueva definición dentro la Ética del Estoicismo y en definitiva, otra breve prescripción del concepto de la Virtud: «El albedrío y uso de las representaciones como se debe«, es decir, lo único bueno, lo apropiado estoico, el correcto asentimiento (uso apropiado de la representación), y el adecuado albedrío (como símbolo de la prudencia)
Y aquí acaba, este último pasaje muy cortito, que culmina con la primera serie de 30 pasajes que componen el primer libro de las Disertaciones de Epicteto con Arriano.
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