«Y quien pretende que no consumamos carne de buey y que tampoco, porque destruimos y arruinamos el espíritu y la vida, presentemos manjares que provoquen nuestra saciedad y que sirvan de ornamentos a nuestra mesa, ¿de qué bien necesario para su salvación, u honesto para la virtud, priva a la vida? Mas con todo, comparar las plantas con los animales es completamente forzado. Porque éstos están dotados por naturaleza para tener sensaciones, para sufrir, para sentir temor, para recibir daño y, por ende, injusticia; en cambio, aquéllas nada tienen sensible y, por tanto, ni extraño, ni malvado, ni perjuicio alguno, ni injusticia. En efecto, el principio de toda apropiación y enajenación es la percepción sensible. Los seguidores de Zenón consideren la apropiación como el principio de la justicia. Y ¿cómo no va a ser absurdo que la mayoría de los hombres, viviendo exclusivamente en el ámbito de lo sensible, posea el sentido de la vista, pero no tenga inteligencia y razón, y que una mayoría, a su vez, haya superado a los animales más temibles en crueldad, en furor y en avaricia, esto es, tiranos, asesinos de sus hijos y padres, y sicarios de reyes? Y, en consecuencia, ¿cómo no va a resultar de lo más extraño el creer que nosotros tenemos un deber de justicia para esta mayoría de personas y, en cambio, no tengamos ninguno para el buey arador, para el perro que convive con nosotros y las reses que nos alimentan con su leche y nos adornan con su lana?»
– Porfirio, Sobre la abstinencia, Libro 3.19
¿Cómo, entonces, por Zeus, nos martillea una y otra vez en todos sus libros de física y de ética, cuando escribe aquello de que nada más nacer, sentimos una propensión instintiva hacia nosotros mismos, hacia los miembros que nos pertenecen y hacia nuestra prole? Y en el libro primero de Sobre la justicia dice que incluso las bestias sienten una propensión instintiva hacia sus retoños en justa proporción a sus necesidades, a excepción de los peces, ya que sus embriones se alimentan por sí solos. Pero ni tienen sensación los seres para los que nada es perceptible por los sentidos ni apropiación aquellos para los que nada les es propio. Pues la apropiación parece ser una sensación y captación de lo que es propio.
– Plutarco, Moralia, XI, Sobre las contradicciones estoicas, XII.1038.C
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