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Estoicismo – Meditaciones Estoicas 20 siglos después.

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Seneca. Epistolas Morales a Lucilio. Libro 1. I-II [DIA 135]

Séneca. Epístolas Morales a Lucilio – Libro I – Epístola I

Persuádete de que te escribo cosas ciertas: nos arrebatan parte del tiempo, nos lo sustraen o la dejamos perder. La peor de todas estas pérdidas es la que ocurre por negligencia propia; y, si atentamente lo consideras, verás que se emplea considerable parte de la vida en obrar mal, mayor aún en no hacer nada, y toda en hacer lo contrario de lo que se debía.  – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro I.1.1

Tras terminar con el último proyecto de análisis  y comentarios de las Disertaciones con Arriano de Epicteto, ahora iniciamos la nueva andadura de la mano de Séneca. Mi objetivo en estos momentos es empezar a comparar puntos de vista entre los dos filósofos estoicos, más considerando que estamos hablando de las dos obras clave que definen bajo mi punto de vista, como de alguna forma podría ser dicha, el cuerpo original de la filosofía estoica; más considerando que el resto de lo escrito, son más bien reflexiones adicionales o resúmenes, que refuerzan estos dos contenidos principales en esencia (Como el Enquiridión y las Meditaciones de cara a las Disertaciones, y los Diálogos y las Consolaciones, de cara a las Epístolas que aquí presento)

En esta primera Epístola, Séneca trata un tema curioso: La gestión del tiempo. ¿Qué es el tiempo según los estoicos en el fondo? Es algo material, totalmente ajeno a nuestra voluntad, según el sistema materialista estoico más concretamente, un Incorpóreo que subsiste. Por tanto es un indiferente sin ir más lejos. Seguramente para la mayoría, el pensamiento de «ahorrar tiempo», suponga un preferido, y el hecho de «desperdiciar el tiempo», es la parte rechazada. Pero en cualquiera de sus dos formas, hay que remarcar que son indiferentes.

Para Séneca, el tema de los indiferentes es mucho más complicado que para Epicteto y lo observaremos perfectamente a través de las Epístolas más adelante. En Séneca los indiferentes generan un dilema moral constante, y este será muy asertivo entre «lo que de verdad merece la pena y lo que no». Es por eso, bajo mi criterio, por que Séneca ha cogido mucha más relevancia en el mundo occidental que Epicteto. Hay que recordar que en el fondo, nuestra cultura (con bases Cristianas, y más cercana al Aristotelismo) si reconoce a los elementos tanto corpóreos como incorpóreos como bienes, pero en el fondo, muchos no los quieren reconocer así, porque en gran medida existe un registro en la experiencia de ser motivo de sufrimiento (por la esencia de la Dicotomía del control).

¿Cuantas veces habremos sufrido mentalmente, por sentir haber perdido el tiempo con algún tema, aún siendo considerablemente razonables, que esa pérdida de tiempo, no estuvo íntegramente dentro de nuestro control? (porque en el fondo, nosotros cuando decidimos tomar un curso de acción, no sabíamos en términos de tiempo, como iba a discurrir)

Dicho esto, aun dándole un rango en la escala del valor, Séneca posiciona el tiempo, como un medio para «obrar bien» (virtuosamente). En el fondo todos los indiferentes, están dispuestos para obrar bien. Esta visión está claro que lo comparten el 100% de los estoicos. La cuestión es que a continuación:

Todas las cosas nos son ajenas, querido Lucilio; solamente es nuestro el tiempo. De esta única cosa nos puso en posesión la naturaleza, pero es tan ligera y resbaladiza que nos la puede quitar cualquiera; y tal es la necedad de los hombres, que agradecen las bagatelas que se les conceden y por nada cuentan el tiempo que se les ha dado y que sin embargo tan grande cosa es que ni el más generoso podría pagar jamás.  – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro I.1.3

Dice que el tiempo es nuestro. He aquí la grandísima diferencia que nos encontraríamos con Epicteto en su visión de los indiferentes. Aunque reconoce que es algo tan ligero y resbaladizo, que en el fondo es como cualquier otro indiferente (que no es nuestro, sino ajeno), y cualquiera lo puede arrebatar, con lo cual, sabe que en el fondo, no está dentro de nuestro control en absoluto. Pero si se intenta establecer una especie de correlación, entre el tiempo y el albedrío en solo un momento dado: El presente. Por tanto esta valoración que presenta Séneca, suena muy bien para un libro de auto-ayuda con la máxima:

Te deseo, sin embargo, que conserves lo poco que tienes, y que comiences desde temprano; porque, como decían nuestros mayores, inútil es la economía cuando no queda ya nada.  – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro I.1.5

Un clásica cita de auto-ayuda, que se suele utilizar cuando se hace referencia al Estoicismo. Pero que en el fondo, es la pescadilla que se muerde la cola de los indiferentes: Da igual si lo conservas o sino. Siempre y cuando actues de acorde a la naturaleza, o a la Razón, libre de trabas o perturbaciones. Es cierto que la economía es inútil cuando ya no queda nada. Pero también lo es cuando queda algo. Porque solo hay un «algo» que es un bien: La Virtud. Aquí en el fondo Séneca no deja entrever que realmente ese «algo» sea necesariamente la Virtud, aunque posiblemente si lo piense. Siendo realistas esta claro que Séneca habla de que el tiempo es dinero, y que cuando no queda tiempo, ¿de que sirve el dinero?. Pero este dilema moral, bajo mi punto de vista no es una forma estoica de percibir lo externo. Tanto el tiempo como el dinero son indiferentes. Lo importante es haber invertido el tiempo de manera virtuosa, al margen de si dicha manera, ha generado dinero o no.

Ya con esto he de adelantar, que especialmente crítico voy a ser con muchas de las epístolas de Séneca, porque bajo mi punto de vista (aunque también intentando hacer un esfuerzo de no caer en un sesgo de confirmación), infringe dos de las mayores contradicciones que vi a lo largo de los últimos meses: El problema de la Moral Vacía, y el problema de las Contradicciones Estoicas del deber/relación con los indiferentes.

Séneca. Epístolas Morales a Lucilio – Libro I – Epístola II

Pero ten cuidado, no sea que la lectura de tantos autores y de todo género de libros tenga algo de vago e inestable. Conviene detenerse y nutrirse de ciertos ingenios si queremos obtener de ellos algo que se adhiera sólidamente a nuestro ánimo. El que está en todas partes, no está en ninguna.  – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro I.2.2

Esta Epístola en cambio, si que introduce una fuerte tendencia en el estoicismo: La de criticar la falta de foco en cuanto a los preceptos que propone la filosofía. En este caso, esta perdida de foco se provoca por medio de los viajes indiscriminados y la lectura insaciable. Especialmente este último tema, de la lectura insaciable, ya hablaban tanto Epicteto como Marco Aurelio en sus respectivos textos (Disertaciones 4.8 y Meditaciones 2.2, respectivamente). Aquí Séneca sentencia de una manera incluso quizá más firme que los otros dos: «El que está en todas partes, no está en ninguna«.

Es muy común ver como personas no pueden parar esa necesidad de conocimiento (entre la que yo históricamente me he encontrado sistemáticamente), buscando y ansiando perpetuamente ese nuevo viaje para conocer esa nueva cultura, o ese nuevo libro de auto-ayuda o filosofía que lo mismo nos aporta nuevos conocimientos o nueva forma de ver la vida. Llegados a este punto, creo más conveniente incurrir en nuevos descubrimientos de manera sólida y pausada, para no acabar cayendo en cierto grado de Nihilismo por desbordamiento de información

Por citar una anécdota, recuerdo la primera vez que fui al Vaticano y un guía me comentó: «Cuando salgas habrás visto tanto que te dará la sensación de no haber visto nada en particular«. Efectivamente, un desastre y un tiempo no muy virtuosamente empleado, salvo por un indiferente tan ridículo de poder vanagloriarme en aquella fecha de haber cumplido un objetivo turístico: Vicioso cuanto menos

«Cosa muy honesta es, dice, regocijada pobreza.» Pero si es regocijada, no es pobreza: porque no es pobre el que tiene poco, sino el que desea más de lo que tiene. ¿Qué importa poseer mucho dinero, granos, rebaños y rentas, si se ambiciona el bien de otro y si se estima en mucho más lo que se desea tener que lo que se posee?.  – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro I.2.6

Muy parecida a la cita de «auto-ayuda» de la epístola anterior: Aquí nos encontramos con otra de esas grandes frases de perogrullo: «Confórmate con lo que tienes y no ansíes más de lo que tienes». Pero claro, con una biblioteca de libros de auto-ayuda (y no tan de auto-ayuda), cercana al tamaño de algunas bibliotecas pública rurales, y con una cultura del consumismo que bombardea insistentemente, parecido a la escena de aquella película, Desafío Total, en la que le aparecía al personaje principal, publicidad hasta en los sueños, ¿quién va a ser capaz de mantener la compostura?

He ahí donde en la medida de lo personal, opino que la postura de Séneca, no es del todo suficiente, aunque si hayamos visto casos como el de Pepe Mujica, el cual de alguna forma demuestra que es posible «viajar ligero de equipaje». Generalmente lo normal no es eso, más bien vivir plagado de indiferentes, y sistemáticamente «habituarse» a ellos, que no es una forma consciente de necesitarlos; pero si de aferrarse inconscientemente dentro de una rutina, para luego sufrir cuando los perdamos.

Y también creo que este es el motivo, como veremos en las próximas Epístolas, de porque Séneca, con mayor diferencia al resto de los estoicos, es el que mayor ímpetu propone, en cuanto a los ejercicios prácticos en su día a día: Como por ejemplo la Renuncia Voluntaria y la Visualización Negativa, entre otras. Todo esto, como una especie de «parche», para «saltar» el gran grado de ascetismo, que demostraron, la mayoría de los referentes reales (Diogenes de Sinope, Sócrates, etc…), y poder convivir con un millar de indiferentes poder hacer pequeñas exposiciones de desapego eventualmente; con objeto de intentar a alcanzar cierto nivel de sabio estoico.

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