Epicteto. Disertaciones. Libro III. Pasajes XXIV [DIA 112]
En este pasaje, Epicteto trata específicamente sobre la gestión personal de los preferidos indiferentes. No es la primera vez que trata esto, pero aquí deja clara su visión, de una manera más extensiva de lo normal (más cercana al cinismo de lo normal) acerca de los indiferentes morales. En definitiva: Debe existir gran cautela, en cuanto al disfrute de ellos se refiere, conservando la precaución ante la afición desmedida a los mismos, dado que con el tiempo y la costumbre, podemos vernos atrapados por ellos; y ante su perdida, pueden causarnos un sufrimiento innecesario bajo las premisas que predica la filosofía estoica. En este caso, Epicteto recuerda una cosa: Cuando tratamos con indiferentes es necesario tener presente en todo momento un detalle: Se pueden ir en cualquier momento, si son objetos, nos los pueden robar, se pueden romper. Si son personas como en este caso, pueden morir o pueden abandonarnos. Esto en definitiva es la práctica diaria del recordatorio de Impermanencia. Siempre que tratemos con cualquier indiferente, parar por un momento y recitarse un pequeño mantra para recordar esa impermanencia: «Quiero mucho a esta persona, pero esta persona es mortal y se irá algun día».
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