Si se me ofreciese la sabiduría a condición de tenerla oculta y no comunicarla a nadie, la rechazaría. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro I.6.4
Empiezo esta Epístola con un fragmento que podría no tener relación alguna con la temática de la misma, pero que si surte efecto como un epílogo. En este sentido, y de manera muy semejante a como vimos unos días atrás, con una epístola parecida, relativa a la confianza con los amigos, para Séneca queda patente que su relación es claramente diferente al resto de los Estoicos, y en gran medida lo establece casi como un bien. Cuando revisábamos todas la Disertaciones con Arriano de Epicteto, se pudo observar como de manera diferente, Epicteto advertía, que aunque esté bien estar rodeado de buena compañía (y en Marco Aurelio también se ve esto), y que de hecho, debemos confiar en la misma; no debemos asumir ni priorizar nunca esto por encima de la Virtud: Por el contrario, en este pasaje veremos que Séneca casi dice exactamente lo contrario (aunque evidentemente esto esta abierto a interpretación, y seguramente otra persona que lo leyese sacaría una conclusión totalmente opuesta). En unas Epístolas, más adelante, Séneca matizará esto un poco, aunque seguirá dándole ese cariz especial, que ningún otro estoico hace de manera semejante.
En este pequeño fragmento, como decía, Séneca plantea que para él «esa sabiduría», esta ahí para compartirla (mejor con los amigos, o con su amigo Lucilio, al menos). Esto difiere en gran medida de otros preceptos como «el bien común», o la libertad de conocimiento, o incluso su relevancia con respecto a lo que la Virtud le ofrece. De alguna forma, aquí la expresa como «un bien» porque al darle un valor, de manera paralela puede surtirla de una connotación moral. Y simultáneamente, para Séneca el estatus que ocupan sus amigos no tiene precedentes. Esto seguramente, sea algo que guste a muchos que se integran en el estoicismo a través de este autor, pero personalmente creo que, cuanto menos, generaría otra serie de contradicciones estoicas, para incluir a la lista que ya vengo repitiendo incesantemente, desde varios días atrás y que quizá expanda en un futuro.
Bajo mi punto de vista, leer a Séneca es una pésima entrada al conocimiento del Estoicismo. Tiene muchas lecciones e ideas sobretodo que ayudan a reforzar su práctica, pero también tiene un ancho contenido moral, que personalmente desapruebo como núcleo de lo que las enseñanzas del estoicismo deberían transmitir en su columna vertebral.
Necesario es tener las cosas ante los ojos; primeramente porque los hombres suelen dar más crédito a la vista que al oído, y además porque el camino es más corto y eficaz por los ejemplos que por los preceptos. Cleanto no hubiese comprendido bien a Zenón si solamente le hubiera escuchado. Vivió con él, penetró en sus secretos y observó si vivía según sus máximas. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro I.6.5-6
A partir de ahí, Séneca da una serie de consejos a Lucilio, por ejemplo, sobre que disposición de la mente se debe tener, en relación a las enseñanzas que van a recibir. Séneca quiere ofrecer un material de estudio y aprendizaje, eminentemente práctico y sugiere a su discípulo que esta es la mejor forma de aprender. Si es cierto que esta es una de las grandes máximas del estoicismo: El aprendizaje y la enseñanza a través del ejemplo propio, no a través de una teoría moldeada. Esto está muy bien, y bajo mi punto de vista, es posiblemente uno de los principales atractivos que me introdujo en esta filosofía en su día
Y ahora, para pagar la merced que te debo, voy a decirte lo que hoy me ha agradado en Hecatón. «¿Preguntas, dice, qué he adelantado? ser amigo mío.» Mucho ha adelantado sin duda; ya nunca estará solo. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro I.6.7
Hecatón de Rodas, fue un filosofo estoico, de la época de Cicerón. Parece que a Séneca le interesó mucho su obra, porque escribe bastante en diversos de sus tratados (como en «Sobre los Beneficios«, o aquí, en las mismas Epístolas). La cuestión que personalmente no me resulta muy provechosa de este filósofo estoico, es una peculiaridad que comenta Cicerón en «Sobre los Deberes» (obra que personalmente me parece la opera culmine de la contradicción estoica): A Hecatón le resultaban muy interesantes las preguntas normativistas, y el análisis de la moral desde una perspectiva estoica: Respuestas a esas preguntas que a veces nos surgen del tipo: ¿Es estoico hacer esto o esto otro?
Y evidentemente, ese cariz puede verse a lo largo de todos los tratados de Séneca como una constante. Es sin duda, una rama del estoicismo que hay que tener presente, y definitivamente, a mi me dejó claro unos meses atrás que el estoicismo en el fondo no es una línea firme de pensamiento con leves variantes: Existen diversas ramificaciones, y llamémosles, «escuelas», que reivindican una postura de como vivir la vida significativamente diferente, hasta el punto, que yo personalmente diría que, merecen un nombre completamente distinto para establecer dicha linea diferencial. Hay gente que pugna por la convergencia, y yo personalmente como puede verse de manera significativa en mi conjunto de comentarios, por el contrario, pugno por una divergencia en la escuela por una razón: Poder focalizar su estudio y practicarla de acorde a unos preceptos fijos, sin verse contrariado por esa serie de contradicciones que (al menos a mi), me empujan hacia afuera. Y vuelvo a aprovechar para insistir, que me he tomado la oportunidad de hacer un análisis a estas epístolas, precisamente, para encontrarme más de cerca y descubrir las diferencias que soy consciente que existen entre estas ramificaciones.
Confieso mi debilidad. Nunca salgo como entré en ella; despierta algo de lo que tenía adormecido, vuelve algún pensamiento que había desterrado. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro I.7.1
Aquí nos encontramos ante una epístola muy interesante, puesto que trata precisamente sobre la debilidad de Séneca, compartida por la mayoría, pero no compartida por todo el mundo: La influencia que ejerce sobre nosotros la opinión generalista, «la multitud», las costumbres. Creo que esto es lo que diferencia entre una persona que no tiene dificultad de adentrarse en el Escepticismo, y aquellos que tienen una dificultad inmensa y de hecho rechazan ampliamente. Y considerando dentro de la práctica escéptica del Epojé (suspensión del juicio), que en parte se comparte en el estoicismo de manera parecida (no igual) en la Disciplina del Asentimiento, parece que mucha gente, tiene dificultades para integrarlo. Y es muy probablemente por ello, por lo que se ofrece ese paradigma en el cual, algunos Prokopés estoicos, que han decidido tirar por la vía del normativismo, deben retenerse con gran esfuerzo y dificultad de la opinión pública, en vez de tender hacia la «moral vacía», y acuñar la Razón como única Virtud.
Si nos fijamos, Epicteto nunca hace mención a este tema en sus Discursos (quizá si lo hace en los Discursos perdidos, pero no tenemos evidencias). Tampoco Musonio Rufo, y tampoco puede verse mención a este tema, en las referencias a Zenón ni a Aristón de Quíos (de Crisipo todavía no estoy seguro porque no he leído todos sus textos, pero quizá si lo haga por las características que ya conocemos del mismo). Precisamente, porque la opinión que tenían acerca de los preceptos estoicos era muy fija, y esta no eran muy fácilmente influenciable por la opinión pública.
De hecho Epicteto, hace una mención en uno de los pasajes que particularmente, más me gusta, al hecho de desechar la opinión «de aquellos que te compadecen» (Libro 4, Pasaje 6). Pero no habla en sí de la tendencia de las multitudes. Porque todos sabemos, que la moral se forja en base a la cultura, a la opinión común, a lo que vemos en nuestro alrededor. Pero si consideramos la herencia Cínica del Estoicismo, queda latente, que los Estoicos, preservan una firme convicción que los bienes morales no son los que la cultura aporta necesariamente
Pero en este aspecto, sinceramente, creo que Séneca nunca lo tuvo claro.
¿Pero no comprendes que los malos ejemplos se vuelven en contra de aquellos que los dan? Dad gracias a los dioses inmortales porque enseñáis crueldad a quien no puede aprenderla. No se debe dejar en medio de tales espectáculos un alma tierna que no está confirmada en el bien: fácilmente se sigue el gusto de la multitud. Tal vez habrían cambiado de costumbres Sócrates, Catón y Lelio si hubiesen tratado a muchas personas con sentimientos opuestos a los suyos; tan cierto es que nadie, especialmente cuando educamos nuestro espíritu, puede resistir la fuerza de los vicios cuando vienen tan acompañados. Un solo ejemplo de lujuria o de avaricia hace mucho daño; un hombre delicado con quien comamos ordinariamente, puede hacernos caer en la molicie y enervarnos poco a poco; un vecino rico irrita nuestra codicia, y un compañero malvado comunica su veneno al espíritu cándido y sencillo: ¿qué crees que sucede a aquel a quien la multitud se empeña en pervertir?. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro I.7.5-7
Aunque he de reconocer, que si es cierto, que esto lo vemos diariamente a nuestro alrededor. Muchas veces nos dejamos llevar por esa opinión pública o por ese pensamiento colectivo. Y cuando el pensamiento colectivo, no es precisamente un mensaje «bondadoso», no hace más que oscurecer el alma. Vemos constantemente ejemplos de lujuria como algo fantástico. Nos mandan mensajes de avaricia o de deseo a través de la publicidad. Incluso vemos espectáculos de verdadera crueldad en nuestras costumbres (con los animales por ejemplo). Algunas personas más que otras, incluso los disfrutan y los vitorean. Pero en cierto grado, mi pequeño «Demon» moral, me dice, que todo esto esta mal. Pero si hemos seguido bien las enseñanzas estoicas, nada de todo esto esta bien o mal moralmente hablando. Es completamente indiferente. Y asentir a ello (diciendo que esta mal), es en definitiva, seguir cayendo en el Vicio irremediablemente.
Ni siquiera veo positivo (salvo en las primeras instancias del entrenamiento de Áskēsis), alejarse de aquello que nos perturba. Veo siempre bueno, estar expuesto a todas las corrientes de pensamiento y forjar nuestro propio conocimiento (epistḗmē) en base a lo que percibamos de manera adecuada (que no todo lo que aporta la multitud tiene que ser rechazado necesariamente, como es obvio). Mayor conocimiento es símbolo de mayor trabajo y esfuerzo en el Prokopton, y por pura habituación, nuestra Razón se reforzará, gracias a una mayor capacidad de correcto Asentimiento más pulido. De hecho si Séneca no se hubiera expuesto a la multitud, ni siquiera podría haber planteado mucha de las ideas que le surgen como auto-reflexión en esta epístola.
Por eso, aunque en parte apoyo lo que opina Séneca desde mi «Demon moral» interior, rechazo que esta línea de pensamiento sea puramente Estoica, en lo más mínimo.
Recógete, pues, en ti mismo tanto cuanto puedas; busca a aquellos que pueden hacerte mejor, y recibe también a aquellos a quienes puedas tú mejorar. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro I.7.8
Poco más tengo que añadir en este último fragmento: Es una evitación, una falta de exposición voluntaria a la adversidad, caldo del cultivo para el buen asentimiento. Esta mandando un mensaje equívoco: En vez de empujarte y afrontar aquello que se te hace difícil, reclúyete en un entorno más manejable, en el que parezca que todo el mundo opina como tu, y que te permita «mejorar».
Escribiendo Epicuro a un compañero suyo de estudio: «Las cosas que creo, dice, no son para todo el mundo; no son más que para ti Solo, porque uno y otro somos recíprocamente teatro bastante grande.» Debes imprimir estas palabras en tu memoria, querido Lucilio, con objeto de que desprecies el agasajo de los aplausos que parten de considerable número de personas. Muchos te estiman. Pues bien: ¿existen en ti todas esas cosas que tanto te alaban y agradan a la muchedumbre? aprovéchalas para mejorar tus bienes interiores. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro I.7.11-12
También es cierto, que depende el perfil de la persona,el rol de cada uno. Unos están más o menos expuestos a ciertos indiferentes (la fama por ejemplo) que otros roles. Es evidente, que Séneca fue de los pocos estoicos que abrazó altas cuotas de indiferentes y se motivó de manera errática y correcta al mismo tiempo entre ellos; mucho aprendió, pero también rehuyó como expresa en sus escritos. Fue un buen ejemplo para si mismo, pero no de los más relevantes como para tomarlo como símbolo del estoicismo.
Pero hoy en día, creo que el acceso a dichos indiferentes, no es tan difícil como antes. ¿Cuantas veces nos vemos con la oportunidad de mostrarnos ante el público o acceder a ciertos bienes de relativo lujo en una sociedad y cultura en la que vivimos? Por eso, ahora precisamente, creo que lo difícil no es tanto saber como lidiar con aquello que incitan los indiferentes a mayores (la vía positiva, como planteaba en el último comentario), sino precisamente lo difícil esta en saber lidiar con aquello que nos restringe, nos dificulta la vida, o nos elimina esa comodidad que hemos ido «ganando» a lo largo de nuestra vida con tanto esfuerzo y sudor, es decir, la vía negativa o asceta.
Como última nota sobre estos comentarios, hoy me vino a la mente, aquellas críticas que hice, sobre los (escasos) fragmentos que podíamos ver en las Disertaciones con Arriano, con cierto cariz moral. Nunca me dejará de sorprender, como Séneca, sigue siendo un referente y uno de los máximos exponentes estoicos, pero este cariz de moral y ética normativista, se da una Epístola si, y en la siguiente, también. Deja patente, que en el fondo, gusta tanto, porque se alinea bien con nuestras ideas preconcebidas culturales, a lo que le suma cierto grado de «librillo de auto-ayuda». Desde luego, sus textos no son la «mano redentora» que transmiten esos otros textos, como los de Epicteto y Musonio Rufo, aunque no hay que desdeñar, que aun quedan muchas enseñanzas por ver que garantizo que son de gran provecho.
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