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Estoicismo – Meditaciones Estoicas 20 siglos después.

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Epicteto. Disertaciones con Arriano. Libro I. Pasajes VI-VIII [CITA ESTOICA] [DIA 72]

Después de un par de días tratando temas relativos a las Meditaciones de Marco Aurelio, volvemos a la lectura de los pasajes de las Disertaciones con Epicteto por Arriano

Epicteto. Disertaciones Con Arriano – Libro I – Pasaje VI

Es fácil alabar a la providencia por cada cosa de las que suceden en el mundo si uno posee estas dos cosas: la capacidad de comprender cada suceso y la del agradecimiento. Si no, uno no verá la utilidad de los sucesos, y el otro no lo agradecerá aunque lo vea. Si la divinidad hubiese creado los colores pero no hubiese creado la facultad de verlos, ¿de qué serviría? De nada en absoluto. Y al revés, si hubiese creado esa facultad pero no hubiese creado seres que cayeran dentro del terreno de la facultad visual, también en ese caso, ¿de qué serviría? De nada en absoluto. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.6.1-4

En este pasaje, Epicteto se enfoca en temas relacionados eminentemente, con el apartado de la Divina Providencia (y el suceso de la Fortuna), o el Determinismo Estoico en la línea de lo que comentaba hace un tiempo. Aquí Epicteto explica de manera muy resumida una de las prácticas que resulta relativamente relevante en el día a día de un Estoico: El recordatorio de Impermanencia, y en resumen, la práctica de otorgar un grado de agradecimiento a las cosas que uno posee.

Todo va relacionado con un concepto de la Física Estoica muy importante; esa simpatía cósmica a la que hacía referencia muy brevemente hace un par de semanas; todo existe por una razón y esa razón es lo más perfecto que puede llegar a existir. Aquí Epicteto se refiere a algo muy trivial: El alma nos otorga el sentido de la vista para poder ver lo material, y lo material «se deja ver» para satisfacer a ese sentido de la vista. Es una correlación lineal para otorgar un grado de utilitarismo a ese gran Logos; y que es en gran medida lo único utilitario que existe en una Ética de la Virtud como es el Estoicismo.

En cierto grado, en este tipo de apartados, los estoicos como Epicteto, intentan dejar claro a través de los ejemplos, de la importancia de fijar nuestras creencias en alguna hipótesis, y en este caso, hablamos de las hipótesis partidas de la Física Estoica, que resonarán en mayor o menor medida con nosotros.

Pero hallarás que otras muchas las tenemos en común con los animales. ¿Es que también ellos comprenden lo que sucede? De ninguna manera: una cosa es el uso y otra la comprensión. La divinidad necesitaba que ellos usasen de las representaciones y que nosotros comprendiéramos ese uso. Por eso a ellos les basta con comer y beber y descansar y reproducirse y todo cuanto lleva a cabo cada uno; pero a nosotros, a quienes ha sido dada la facultad de comprensión, ya no nos basta con eso, sino que, si no obramos del modo apropiado y ordenadamente y siguiendo cada uno su propia naturaleza y disposición, tampoco llegaremos a alcanzar cada uno nuestro objetivo. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.6.13-15

Epicteto separa lo que nos diferencia de los animales (la razón, o el estado de la logike pysche) para invitar a pensar si realmente podemos ceder ante los impulsos y ante el asentimiento erróneo en cuanto al hecho como uno debe obrar en la vida. Aquí hace referencia a ese concepto de «cada uno según su propia naturaleza», es decir, los animales, comen descansan, se reproducen, etc, porque así les fue encomendado según su naturaleza; pero nosotros, agraciada o desgraciadamente (agraciadamente para los estoicos, dado que es algo divino), debemos transcender un poco más a estas actividades, y actuar de acorde a la Virtud. Es interesante observar esto, porque en gran medida resulta como uno de los mayores motivadores de la filosofía, bajo esta especie de lema: «A los seres humanos, el Universo nos ha otorgado la Virtud y debemos sacar provecho de ella, y no desperdiciar el tiempo en acciones viciosas»

Por eso es una vergüenza para el hombre empezar y acabar donde los animales; mejor empezar ahí, pero acabar en donde acaba nuestra naturaleza . Y ésta acaba en la contemplación y la comprensión y la conducta acorde con la naturaleza. Fijaos, pues, no sea que os muráis sin haber visto esto. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.6.21-22

Y aquí saca la conclusión que comentaba en el apartado anterior. Aunque nazcamos como animales con un nivel de razón todavía poco desarrollada, Epicteto invita a pararnos a pensar por un momento, si no merecería la pena llevar a cabo la Virtud al menos por un momento en la vida, para saber en que consiste esta filosofía de vida

—Sí, pero tengo mocos. ¿Y para qué tienes manos, esclavo? ¿No será para limpiarte? —¿ Así que es razonable que existan mocos en el mundo? ¿Y no sería mucho mejor que te limpiaras en lugar de  andar quejándote? ¿Qué piensas que habría sido de Heracles si no hubiesen existido el león y la hidra y la cierva y el jabalí y unos cuantos hombres malvados y salvajes, a los que aquél expulsó y de los que limpió el mundo?. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.6.30-32

Este diálogo me llama la atención particularmente, porque Epicteto hace continuamente referencia al tema de los «mocos», μύξα, (más adelante en el Libro II, vuelve a verse un dialogo semejante), de una manera muy inquisitiva. Viene a simbolizar, que no hay excusa para no ejecutar la Virtud con este ejemplo muy burlesco. Es una metáfora para reclamar, que la razón como tal, existe como una forma para «limpiarse» de aquello que no pertenece a la razón, al igual que uno tiene manos, para limpiarse los mocos.

Y luego hace referencia al mito de Hércules (al cual suelen hacer continuamente referencia los cínicos); al que todos esos sucesos y pruebas, le sirvieron, como medio en esencia, para ejercitar la Virtud. Por ende, como diría Epicteto, «¿cual es el problema de tener mocos, aun cuan molestos sean, si la Naturaleza nos dio unas manos para retirarlos?«. O lo que es lo mismo: «¿Cual es el problema de que haya tantas inclemencias en la vida, fruto de la Fortuna y la Divina Providencia, si la Naturaleza nos dios la Razón para poder lidiar con ellas?»

 ¡ Ea, pues ! Date cuenta tú también y fíjate en las facultades que tienes y, al verlas, exclama: «Envía, Zeus, la circunstancia que quieras, pues tengo los recursos que tú me diste y los medios para señalarme por medio de los acontecimientos». Pues no, sino que seguís sentados, temiendo no sea que ocurran ciertas cosas, y lamentándoos y gimiendo y angustiándoos porque ocurren otras. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.6.37-38

Y que en resumen, lo comentado en el párrafo anterior, se vuelve a citar en este apartado; apela a Zeus, como el Dios estoico (por apelar a uno de los Dioses mitológicos cualquiera con gran significancia), y le invita a que mande cualquier infortunio, o cualquier situación poco complaciente; para que uno pueda hacer acopio de fortaleza y templanza, y soportar lo que sea necesario, gracias a esos «medios» que (té me diste«, el dios estoico, Zeus), nos otorgó. Aparentemente Epicteto parece que viene a decir, que la Naturaleza nos dios la razón, justo para poder soportar lo que luego iba a pasar necesariamente.  Y que si no somos capaces de asociar ambos, ocurre como en el primer apartado indicaba: «si hubiese creado esa facultad pero no hubiese creado seres que cayeran dentro del terreno de la facultad visual, también en ese caso, ¿de qué serviría? De nada en absoluto«. Es decir: ¿que sentido tiene disponer de la herramienta de la razón si luego no podemos dar uso de ella para soportar todo lo referente a los indiferentes y acabar moviéndonos como burdos animales por la vida, guiándonos exclusivamente por el dolor y el placer?

Así y todo, yo te mostraré que dispones de medios y recursos para la grandeza de ánimo y el valor, pero para hacer reproches y reclamaciones, ¡muéstrame tú qué medios tienes!. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.6.43

Aquí termina este largo pasaje, haciendo referencia a lo que vengo comentando: Quéjate, reprocha y reclama sobre lo que te sobreviene en la vida molestamente, pero Epicteto te ofrecerá los medios y recursos para poder lidiar con esto, si estas dispuesto a ello.

Epicteto. Disertaciones Con Arriano – Libro I – Pasaje VII

¿Qué se requiere en un razonamiento? Establecer lo verdadero, suprimir lo falso, dejar en suspenso lo incierto. ¿Basta entonces con aprender esto sólo?
—Basta con eso —dice uno—.
—Entonces, ¿también le basta al que no quiere confundirse en el uso de la moneda con oír decir aquello de «por qué aceptas las dracmas legítimas y rechazas las falsas»? No basta. ¿Qué hay que añadir? ¿Qué otra cosa sino la capacidad de poner a prueba y distinguir las dracmas legítimas de las falsas? Entonces, ¿en el caso del razonamiento tampoco basta lo dicho, sino que es necesario llegar a ser capaz de poner a prueba y distinguir lo verdadero de lo falso y de lo incierto? Es necesario.- Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.7.5-8

En estos dos siguientes pasajes, Epicteto se introduce de lleno en el análisis del ejercicio de la Razón, a traves de silogismos y preguntas; desde el apartado Lógico del Estoicismo. Con ello, trata de ir poniendo en duda sistemáticamente ciertos principios que pueden parecer dados por sentados sus oyentes.

En este primer parrafo, Epicteto desafía el hecho de que seamos capaces de distinguir entre aspectos triviales e indiferentes, como el valor falso o real de una moneda, pero en cambio, no prestamos atención a distinguir entre los aspectos intrínsecos del razonamiento: Lo verdadero y lo falso en el pensamiento mismo, algo significativamente más importante para el Estoico. Aquí empieza a verse, esa «vena» más filosófica y Socrática de Epicteto, con muchos diálogos y adoptando dicho tono de cuestionamiento constante a traves de infinitas preguntas.

Y lo mismo en el caso de las suposiciones y de los razonamientos hipotéticos. En efecto, hay veces que es necesario reclamar una suposición como medio de acceso al razonamiento siguiente. ¿Ha de ser admitida toda hipótesis propuesta o no? Y si no, ¿cuáles? ¿Hay que mantenerla una vez aceptada hasta el final de la investigación o en algunos casos puede uno rechazarla? ¿Hay que aceptar las consecuencias y no aceptar lo contradictorio?. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.7.22-24

Y por otro lado en cuanto a las aceptación de las hipótesis, Epicteto plantea si bien, la necesidad de llegar a asumir el contenido de ciertas hipótesis para trabajar orientándonos hacia una teoría acabada; pero no aceptarlas todas incondicionalmente. Lo más importante es el aspecto contradictivo de muchas hipótesis que debe gestionarse, especialmente para el Estoicismo. De ahí nace gran parte de la importancia de hilar los tres aspectos más fundamentales del estoicismo: La Ética, la Física y la Lógica, partiendo de una gran cantidad de hipotesis que ya vimos en días anteriores; y para evitar dar lugar a esas contradicciones. Ya en su día comentaba que al contrario de otras filosofías, la mayoría de los eruditos que hablaron acerca del Estoicismo, encontraron una propiedad muy particular en este; la fuerte interconexión entre las partes, todo con objeto de reforzar las hipótesis planteadas en la física, y no acabar innecesariamente en contradicciones

¿Por qué entonces seguimos siendo perezosos, despreocupados e indolentes y seguimos buscando pretextos para no esforzarnos ni dedicar nuestras vigilias a cultivar nuestra propia razón?. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.7.30

Aquí culmina Epicteto, resaltando el hecho, que la pereza sea el principal problema que motive no trabajar en la razón prioritariamente; y con ello el derivado de la ignorancia y la desdicha, sobre la verdadera distinción entre lo verdadero y lo falso.

Epicteto. Disertaciones Con Arriano – Libro I – Pasaje VIII

Pues la capacidad de argumentar y de persuadir es grande, y especialmente si se ejercita abundantemente y se le añade también cierta elegancia de lenguaje. Porque, además, en general, toda capacidad presente en los no instruidos y en los débiles conlleva cierto riesgo de que se envanezcan y se llenen de orgullo por ella. ¿Por qué medio se podría aún persuadir al joven que se distingue en estas materias de que no es él el que debe estar al servicio de ellas , sino ellas al servicio de él?. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.8.7-9

Siguiendo en la línea del pasaje anterior trabajando en la perspectiva del cuestionamiento Socrático; ahora Epicteto cambia el foco para añadir nuevos conceptos; en resumen, la idea es esclarecer cual es el motivo de usar cualquier conocimiento, herramienta o incluso la Lógica misma, sino es para actuar de acuerdo a la Razón. En este caso pone el ejemplo del joven, instruido en la retórica (como fue el caso de Marco Aurelio con Marco Cornelio Frontón), la cual le hubiere podido servirle para ganar fama, reconocimiento o poder; pero siendo todos estos indiferentes morales, Epicteto plantea si realmente estas enseñanzas le servirán al final para mejorar en la Virtud, o si acabaran haciéndoles esclavos de las mismas.

¿No quieres darte cuenta y juzgar de acuerdo con qué criterios los hombres llegan a filósofos y qué cosas existen en ellos por azar? ¡Vamos! Si yo fuera filósofo, ¿tendríais vosotros que ser cojos también? Entonces, ¿qué? ¿Suprimo esas capacidades? ¡Desde luego que no!. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro I.8.14-15

Y aquí hace relación al hecho de necesitar una propiedad indiferente, para ejercer algo (en este caso, la filosofía hace referencia, pero en realidad se refiere a la Razón). Pone el ejemplo de su barba: ¿Es acaso necesario tener barba para ser filosofo? ¿Es necesario cualquier indiferente, para poder ejercer la Virtud? Muchas veces, da la sensación que falta algo, para poder dar el siguiente paso. Aquí Epicteto deja claro una cosa: El progreso hacia la Virtud se puede ejercer desde el primer día.

En cualquiera de los casos, Epicteto, trata de ejercitar a traves dialogo Socrático el entendimiento del oyente, a traves de las preguntas, para mostrar que realmente no se requiere absolutamente nada para actuar apropiadamente, solo la propia razón, y que no hay oficio más prioritario en la vida que el de ejercer la Virtud en si ante todo.

Un comentario en «Epicteto. Disertaciones con Arriano. Libro I. Pasajes VI-VIII [CITA ESTOICA] [DIA 72]»

  • Este blog es excelente, contiene todo lo necesario para ir aprendiendo poco a poco, y en español, que mas se puede pedir?? gracias por tu trabajo !!!

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