Seneca. Epistolas Morales Lucilio. Libro 2. XVI-XVII [DIA 145]
Séneca. Epístolas Morales a Lucilio – Libro II – Epístola XVI
Sé, querido Lucilio, que estás convencido de que no es posible vivir felizmente, ni siquiera de manera tolerable, sin el estudio de la sabiduría; que la sabiduría perfecta hace dichosa la vida, y que hasta se dulcifica mucho en cuanto se empieza este estudio. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.16.1
Después de una lista de epístolas pasadas tratando temas algo difíciles de digerir por una vertiente estoica menos normativa como la que yo pretendo, hoy Séneca me «complace» presentando dos de esas epístolas más suaves en este aspecto; en las que bajo mi punto de vista, se centra mucho más en analizar la filosofía en general, y darle ese cariz estoico por el que tal reconocimiento representa a este autor en la actualidad.
En este primer fragmento, hace precisamente al hecho, de que una vida sin filosofía no se puede vivir: La filosofía enseña la ética, y la ética es la (meta-)disciplina de precisamente eso: como vivir la vida.
La filosofía no es artificioso aparato para mostrarlo al pueblo: fíjase solamente en las cosas y no en las palabras: no nos dedicamos a ella para distraernos durante algún día, o para entretener ocios. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.16.3
Esta es una frase muy interesante, porque precisamente me recuerda en gran medida, que la filosofía, en muchos casos comunes, es utilizada como una especie de «atajo de vida», «life hack» como se diría en el mundo anglosajón, o sistema de auto-ayuda. Nótese a efecto de ejemplo de esta aserción, que en Wikipedia asocian a Tim Ferriss en las referencias de life-hack, y este precisamente es, uno de los recientes precursores del estoicismo, creador del «Tao de Seneca». Aquí hablamos, de esa clase de libros que se leen cuando uno tiene un problemilla en su vida, y quiere ver como darle salida. La cantidad de gente que aparece por los foros estoicos con una frase del tipo: «Tengo problemas con los compañeros de trabajo y me gustaría que me dierais algún consejo para como sobrellevarlo desde una perspectiva estoica», hace que esta frase de Séneca cobre mucho sentido: La filosofía (estoica), no es algo para entretenerse o sobrellevar algo durante un día. No es algo para leer y saber más. Es algo para tomar una firme decisión: O se integra o se desecha pero el termino medio es cuanto menos, ineficiente o indesable. Y es posible que tenga más importancia que a veces le damos, porque en gran medida, es como el gimnasio del alma, un gimnasio al que no debemos dejar de asistir ningún día de nuestras vidas, independientemente de las inclemencias del tiempo que sobrevienen regularmente.
Pero dirá alguno: —¿Para qué me servirá la filosofía si existe un destino? Si Dios gobierna todas las cosas, o si la casualidad domina, ¿para qué aprovecha? Si los acontecimientos ciertos no pueden cambiarse y no sabemos qué oponer a los inciertos, ¿de qué me servirá la filosofía si Dios ha prevenido mi designio y ordenado lo que he de hacer, o si la fortuna no me da tiempo para deliberar?—Sea esto cierto en todo o en parte, yo raciocino de esta manera, querido Lucilio: ora nos ligue el destino con inmutable necesidad, ora Dios, como arbitro del universo, ordene todas las cosas, ora el acaso lleve y guíe ciegamente todos los actos humanos, es cosa cierta que la filosofía nos ayudará siempre; nos exhortará para que nos sometamos voluntariamente a Dios, para resistir constantemente a la fortuna, para seguir los mandatos de la Providencia y para soportar los golpes del acaso. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.16.4-5
Mucha gente (bajo mi perspectiva, discutible evidentemente), piensa que esta frase es una gran ejemplo de la Virtud de la Piedad (esa sub-virtud que sugiere Ario Dídimo, dentro de la Virtud de la Justicia), o dicho de otra manera, de la Virtud de la Devoción Religiosa ante la Divina Providencia Universal.
Pero visto que cada fragmento del estoicismo puede ser interpretado de un millón de formas, mi interpretación es la siguiente: Cuando Séneca habla de «ora a Dios», «ora al acaso», ora a la Divina Providencia (todo sinónimos), es una forma de decir que aceptemos de buen grado los acontecimientos externos, independientemente de su formato; sin juicios, y cierto es que esa casualidad nos domina a nivel corpóreo. Pero la cuestión que mantienen los estoicos, es si realmente esa casualidad también nos domina a nivel interno (o no). Esta es la esencia del semi-compatibilismo (o compatibilismo, ya cada uno elige lo que más le conviene): Tenemos control moral (valor moral, es decir la Virtud/Vicio), sobre nuestros asentimientos y deseos, pero no tenemos control alguno sobre lo que va más allá de nuestra facultad rectora. Yo personalmente ni siquiera tengo claro, si realmente tenemos control del formato de nuestros pensamientos (imaginación) que posiblemente vengan de la facultad «perceptualmente aleatoria» de generar impresiones internas, phantasma (al igual que tenemos la facultad de captar impresiones externas perceptualmente aleatorias, phantasiai), ni del formato de nuestras propias emociones (que probablemente vengan de nuestra capacidad innata de generar impulsos, propathos).
Cuando hablo del concepto «perceptualmente aleatorio», es que aunque percibamos cuestiones de manera aleatoria, sean reacciones instintivas, impresiones internas como imágenes de la imaginación, o impresiones externas como fruto de nuestros sentidos, es posible que haya un orden mayor ajeno a nuestra voluntad. Y es por eso que posiblemente los estoicos, entre otras cosas, plantearan que exista, ese orden mayor inclusive en nuestra mente, a través de nuestra imaginación fruto de la posible interconexión entre todas los Logos a nivel Universal (o dicho de otra manera, técnicamente esto nos permitiría acciones tales como percibir el futuro a través de la Adivinación, gracias a esa imaginación y de nuestros sueños). Esto es algo que comparten la mayor parte de los estoicos, y creo que si ya de por si el tema de la Divina Providencia es un tema controvertido, esto es echar mas leña al fuego sin duda alguna.
En cierto grado, debo reconocer que la linea divisoria es fina, entre la piedad y esta concepción ética al margen de la credibilidad que la física estoica aporte al estoicismo (la necesidad imperiosa de aceptar el orden intrínseco del universo, frente al poder de la combinatoria de la energía, de los átomos y del Caos). En cualquiera de los casos, considerando que es «perceptualmente aleatorio» en ambos casos (y no exista forma de corroborar esta ciencia, ergo, sea imposible asentir ante el hecho de manera fehaciente), quizá el único elemento que debería permitir a un estudiante de estoicismo decantarse más ágilmente, por la opción de la Divina Providencia, es la cuestión del agradecimiento que simboliza. Como sugiere Séneca: «La filosofía nos exhortará para que nos sometamos voluntariamente a Dios, para resistir constantemente a la fortuna, para seguir los mandatos de la Providencia y para soportar los golpes del acaso»
Mas ¿por qué ajenos, si puedo apropiarme todo lo bueno que ha dicho otro, como esta sentencia de Epicuro: «Si vives según la naturaleza, nunca serás pobre; si vives según la opinión, nunca serás rico» La naturaleza pide poco, la opinión inmensidad de cosas. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.16.7-8
Cambiando un poco la temática en la última parte, en la que como es común, Séneca vuelve a entregar otra frase de Epicuro; esta en cuestión me resulta particularmente interesante: Vivir de acorde a la naturaleza, no es solo vivir en el correcto asentimiento, sino también en la carencia del deseo. La naturaleza del ser humano no pide gran cosa para la supervivencia. La búsqueda de la seguridad, a través de la calidad del cuerpo, de las posesiones del dinero y la búsqueda de la fama, el reconocimiento y/o el poder es lo que verdaderamente requiere de gran cantidad de cosas.
[…] que te dé la fortuna más dinero que cualquier otro poseyó jamás; […] todo esto solamente te enseñará a desear más. Los deseos de la naturaleza son limitados; los que nacen de falsa opinión no saben dónde detenerse, porque el error no tiene término cierto. El que sigue el buen camino llega a su término; el que se extravía no lo alcanza jamás. Apártate, pues, de toda vanidad, y cuando quieras saber si lo que deseas es según la naturaleza, contempla si puede detenerse en algún punto. Si habiendo avanzado mucho quiere todavía avanzar más, no será natural. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.16.8-9
Para terminar, en una de las epístolas que más información he requerido rescatar para su comentario, este último fragmento resume muy bien la esencia del Deseo irracional. Una forma de dejar claro bajo mi punto de vista, las características a sobrellevar durante el trabajo de la Disciplina del Deseo.
Creo que la frase clave de aquí puede resumirse en esto: «cuando quieras saber si lo que deseas es según la naturaleza, contempla si puede detenerse en algún punto.»
Séneca. Epístolas Morales a Lucilio – Libro II – Epístola XVII
A muchos que querían dedicarse a la filosofía se lo han impedido las riquezas: la pobreza, por el contrario, siempre es libre y tranquila. Cuando suena el clarín, sabe que no es por ella; si oye alarma, mira por dónde saldrá y no lo que llevará consigo. Si tiene que navegar, no hace ruido en el puerto, ni embaraza la playa con su equipaje; no se la ve rodeada de multitud de criados, para cuya alimentación apenas puede bastar la fertilidad de un país. Fácil cosa es saciar pocos vientres, cuando están bien ordenados y sólo piden que se les llene. Satisfacer el hambre cuesta poco, pero cuesta mucho satisfacer la inapetencia. A la pobreza basta calmar la necesidad apremiante. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.17.3-4
En una línea semejante a la epístola anterior, aquí Séneca empieza planteando la importancia de empezar a trabajar el gimnasio del alma con la mayor prontitud posible, independientemente de las circunstancias particulares. Porque nunca es mal momento ni para empezar, ni para continuar. Esto lo entremezcla con los conceptos de riqueza y la pobreza (que alto interés resultan repetidas veces en la figura de Séneca como puede observarse), y que bajo su punto de vista (o en esta epístola al menos), parece que la riqueza pueda resultar más un impedimento que una facilidad.
En este sentido, estoy de acuerdo en el enfoca particular que Séneca presenta: El problema no es tanto que la riqueza en si, como indiferente sea un impedimento para la Virtud, sino que el hecho de no desechar la necesidad de preservar o aumentar dicha riqueza, si constituye un impedimento para la Virtud. Porque según el punto en el que nos encontremos, y creo claramente, que el 99% de las personas que poseen una riqueza aceptable, la clase media, o incluso la clase medio-baja, por así decirlo, nos vemos atados en mayor o menor medida a nuestras necesidades.
Aunque trabajemos intensamente nuestra Disciplina del Asentimiento, nunca debemos olvidar, que existen dos patas complementarias de trabajo en el Prokopton: Esta es la Disciplina de la Virtud, pero en la otra pata tenemos otra igualmente importante: La Disciplina del Deseo o la Disciplina del Vicio como yo denominé, en la que he de reconocer que Séneca posiblemente sea uno de los mayores exponentes, ya que se nota su esfuerzo muy por encima de la otra. Y evidentemente, tengo constancia que su esfuerzo va mucho más enfocado ahí, porque semejantemente al caso de Zenón de Citio, ambos provienen de una situación de riqueza: Zenón era un mercante fenicio con ciertas riquezas (hay algunos incluso que piensan que fue muy acaudalado), y Séneca, fue uno de los más ricos del momento en la antigua Roma. Y merece la pena recordar, que precisamente, Crates el Cínico, muchísimo más radical que estos dos y bajo mi punto de vista, a nivel de ejemplar, muy superior a ellos en todos los niveles, hizo un esfuerzo casi sobrehumano, y voluntariamente, despojándose de la noche a la mañana de todas sus pertenencias que no fueron pocas. Según cuenta Diógenes Laercio, Crates era una de las personas más acaudaladas de la ciudad y desechó todos sus bienes entregándolos a los demás, todo con objeto de abrazar espiritual y definitivamente la Disciplina Cínica que también ensalza estos dos aspectos (la gestión del deseo y el correcto asentimiento)
Si quieres dedicarte al estudio, necesario es que seas pobre, o al menos que te parezcas al que lo es; porque para estudiar con provecho se necesita la sobriedad, que es pobreza voluntaria. Abandona las excusas que dicen: «No tengo bastante todavía, y si puedo reunir tanto, entonces me dedicaré por completo a la filosofía.» Y sin embargo, nada hay que debas adquirir antes que lo que quieres dejar para lo último; por esto debes empezar. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.17.5
Quizá esta es la clave: Para dedicarse al estudio del estoicismo tal como lo plantea Séneca (en realidad se refiere al estudio práctico, en clave de Askesis), es necesario o ser pobre o perecer que lo somos. Y aquí se resume ese concepto de sobriedad que cien veces nos recuerda Pepe Mujica en sus hazañas: Dicho de otra forma, la sobriedad es la pobreza voluntaria.
Nada existe, pues, que deba adquirirse antes, y podemos marchar sin provisiones para la conquista de la filosofía. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.17.8
Por eso, muchas veces, cuando pensemos: «para poder dedicarme en cuerpo y alma a la filosofía, primero tengo que resolver tal o tal asunto y así poder disponer de más tiempo para ello«, es el gran error clásico. De hecho esto me recuerda a algo que veo en terapia del trastorno obsesivo, y al que estrechamente ligado esta este proyecto de ESTOI.CO: Muchas personas cuando empiezan la terapia, posponen su ejecución, porque creen que todavía no tienen tiempo para ejecutar.
Regularmente recomiendo que se lean un libro clave para su aprendizaje y superación; y después de varios meses y me siguen diciendo: «Es que todavía no he tenido tiempo para leerlo«. ¿A que esperan? ¿Es que acaso hay algo más importante en la vida, que empezar a leer, y ejecutar o practicar la filosofía? ¿No trata acaso precisamente la filosofía, el como vivir, y la única forma de practicarlo es viviendo ya en el momento presente? Lo mismo aplica a la terapia, que en el fondo es una filosofía aplicada a un aspecto muy disfuncional del Vicio
Esta es la eterna absurdez de algunos aquellos que se adentran en esto: Parece como si pudiera uno llegar y encontrar un pequeño «arreglo» en sus vidas, cuando en realidad se trata de un dilema integral que afecta a la vida al completo. Y hasta Epicteto nos lo recordaba en uno de sus pasajes: Dejar un día sin empezar con esta materia, es admitir vivir un día más en el Vicio de manera voluntaria.
«Muchas gentes hay que no encuentran el fin sino solamente el cambio de sus miserias en las riquezas que adquieren.» No me admira, porque el vicio no está en las cosas, sino en el ánimo, por cuya razón tanto agobian las riquezas como la pobreza. De la misma manera que importa poco que acuestes a un enfermo en lecho de oro o de madera, porque en uno y en otro le acompaña la enfermedad; así importa poco que un ánimo enfermo se encuentre en medio de riquezas o en la miseria, porque su mal le seguirá a todas partes. – Séneca, Epístolas Morales a Lucilio, Libro II.17.11-12
Y para finalizar, aquí Séneca nos recuerda que efectivamente, los obstáculos no se encuentran en los indiferentes, sino en nuestro trato y conveniencia con los mismos; dicho de otra forma, nuestro ánimo en relación a los mismos. Aunque Séneca nunca lo expresa abiertamente, en la verdadera indiferencia moral se encuentra realmente la Virtud: Da igual que prefiramos una u otra cosa, da igual que seamos muy prudentes y seamos capaz de rechazar «sabiamente» otro montón de cosas que puedan «perjudicarnos»; si no hemos tratado convenientemente las Disciplinas de la Virtud y el Vicio, del Asentimiento y el Deseo, seguiremos atados al infinito remolino de la Fortuna, y vagando de manera errática en un pensamiento impreciso como falsos poseedores de la Verdad. Así pretendía Platón y más adelante Aristóteles, que recordemos, fueron los primeros impulsores de ese borroso concepto de las Virtudes Cardinales, y precisamente este es el motivo por el que me inclino por un formato de estoicismo carente de normativismo.