—Por tanto, si ya el hablar como se debe es cosa del experto, ¿ves que también el oír con provecho es cosa del experto? Y lo de hacerlo perfectamente y con provecho, si quieres, vamos a dejarlo de momento, porque ambos estamos muy lejos de tal cosa. Pero me parece que cualquiera estaría de acuerdo en que el que vaya a escuchar a un filósofo necesita cierta práctica en oír. ¿O no?. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro II.24.8-10
Este pasaje es muy llamativo: Aquí Epicteto da a entender que no desea entablar conversación con una persona la cual se siente «agraciada» por indiferentes de diferente indole y parece no verse necesitada de los consejos del Estoicismo, pero pese a ello parece que insta cierta atención suya. Más que parte de esas enseñanzas a las que nos tiene acostumbrado, semejante al resto de las disertaciones, parece una forma de explicar como introducir ese rechazo a entablar la conversación a traves de varios argumentos. El primero como aquí se muestra es que destaca Epicteto que su invitado, no tiene la capacidad de oir, y solo quiere ser escuchado. Y para poder recibir sus enseñanzas primero se ha de estar preparado.
Esto es curioso porque en gran medida es algo que sigue pasando en la actualidad. En aquellos grupos de opinión específicamente Estoicos, parece que mucha gente entra voluntariamente, pero luego desean implementar su opinión sobre el mundo, independientemente del cariz Epicúreo, Peripatético, Hedonista, o cualquier otra filosofía que se profesen directa o indirectamente. Lo más curioso de todo sea que pretendan hacerlo dentro de un grupo Estoico, lo que carece de integral sentido. Según sugería Erik Wiegardt en el Registry Report de Diciembre 2009, el cuarto fundador de la Stoa es la comunidad digital. Como una unidad, pero que se expresa a traves de todos sus miembros. Y es lógico que de alguna manera personas foraneas vengan a expresas las inquietudes con las misma manera que antaño.
Pues ahora leyendo estas líneas parece que no es tan descabellado como a mi me parecía: En la antigüedad no existían foros y comunidad digitales, pero al establecerse la comunicación verbalmente, igualmente existían personas que se acercaban al estoico a pedir consejo sin realmente quererlo. ¿Sería solo por abrir debate, o quizá como forma de llamar la atención? De cualquiera de las formas veremos como Epicteto se va desarrollando a continuación:
Haz que me entren ganas . Como cuando se le muestra a una oveja la hierba correspondiente le entran ganas de comer, pero si le pones al lado una piedra o pan no se mueve, así también hay en nosotros deseos naturales de hablar, cuando el que ha de escuchar parece alguien, cuando él mismo nos estimula. Pero si está ahí puesto como una piedra o como heno, ¿cómo puede mover deseos en un hombre?. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro II.24.16
Otra argumentación sobre el comentario que esgrimía en el anterior apartado. Como ya venía indicando puede que este pasaje no sea especialmente relevante, salvo por observar la indiferencia que muestra Epicteto ante su interlocutor
—Entonces, ¿qué? ¿No me dices nada? —Sólo puedo decirte que el que ignora quién es, y para qué ha nacido, y en qué mundo está y con qué compañeros, y qué es lo bueno, lo malo, lo honesto y lo torpe, y no comprende un razonamiento ni una demostración, ni qué es verdadero o qué es falso, ni puede discernirlo, no deseará de acuerdo con la naturaleza, ni rechazará, ni sentirá impulsos, ni se aplicará; no asentirá, no negará, no suspenderá el juicio; en total, irá de un lado a otro sordo y ciego pareciendo ser alguien, pero sin ser nadie. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro II.24.19
Aunque Epicteto pretenda no estar diciendo nada, de alguna manera esta describiendo el formato de la Virtud:
—Porque no me estimulas. ¿Qué he de ver en ti que me estimule, como a los entendidos en caballos los buenos caballos? ¿Tu cuerpecito? Lo tienes feo. ¿Tu vestimenta? También la llevas afeminada. ¿Tu aspecto, tu mirada? Nada. Cuando quieras oír a un filósofo no le digas «¿ no me dices nada?», sino, simplemente, muéstrate capaz de escuchar y verás cómo le mueves a hablar. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro II.24.28-29
Durante el pasaje, Epicteto va diseccionando el hecho que su interlocutor, pese a ser rico, no posee tantas riquezas como un rey; y aunque dice ser guapo, no es tan bello como las figuras épicas mitológicas. Todo con objeto de desacreditar la extrema importancia que le da a los indiferentes. En definitiva, parece una terapia para aplacar el Ego del personaje y que empiece a replantearse la futilidad de todo aquello a lo que se viene aferrando como materia importante.
Como venía indicando al principio este pasaje no me resulta especialmente relevante pero es interesante también ver esa perspicacia de la que todos hablan de Epicteto. A mi personalmente me gusta bastante y creo que se asemeja en su forma de hablar al Cínico Antístenes. Igual que Diogenes de Sinope fue quizá el más celebre Cínico y representó toda la filosofía, como ya comente tiempo atrás, Antístenes no predicaba con ese extremo pero si puso unas bases entre las que se incluía esta forma de parresia. Tanto a Musonio Rufo como a Epicteto les atrajeron ciertos aspectos de la doctrina Cínica; se observa en su forma de expresarse claramente. En definitiva, creo que les permitió darse cuenta con más sobriedad de que los indiferentes, tal y como los planteaba Séneca no son viables: Uno no puede ser multimillonario y andar ocupándose de la razón. Es por una cuestión de pura lógica: No hay tanto tiempo en el mundo.
Al decir uno de los presentes: —Convénceme de que la lógica es necesaria. —¿ Quieres —le respondió—que te lo demuestre? —Sí. —Por tanto, ¿he de argumentar con un razonamiento demostrativo? Y al estar el otro de acuerdo, dijo: —¿ Cómo sabrás si te engaño con sofismas? Al quedarse callado el hombre, dijo: —¿ Ves cómo tú mismo reconoces que es necesaria, si fuera de ella ni siquiera puedes saber si es necesaria o no. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro II.25.1
Este pasaje es muy reseñable por una simple razón: Solo tiene este apartado que habla sobre la utilidad de la lógica de manera muy escueta. Ya comentaba un par de semanas atrás la importancia que le da a la Lógica Epicteto. Pese a que no sea un tema de prioridad el le da cierto lugar, el necesario para poder interpretar lo que él denomina, lo incongruente o incoherente. Detectar en esencia las incongruencias de la vida, o de otras filosofías, o incluso del propio estoicismo tal y como he venido haciendo en los últimos meses; para entender mejor su esencia
La Lógica tiene su hueco, pero enfrascarse en ella como hizo Crisipo puede al final ser igual que enfrascarse en cualquier otro indiferente. Algo con lo que uno debe tener medida.
Todo error contiene contradicción. Puesto que el que yerra no quiere errar, sino corregirse, está claro que no hace lo que quiere. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro II.26.1
Y este es el último pasaje del Libro II. En este pasaje habla de manera muy escueta también como el anterior,acerca de la incongruencia y lo erróneo según el estoicismo. Pero hemos de tener claro que el Vicio no se encuentra en el desconocimiento, sino en el error de asentimiento con conocimiento adquirido. Esto es importante y algo que generalmente confunde bastante a la hora de determinar que es una acción apropiada de la que no es. Lo que para una persona sea vicioso puede que para otro no lo sea: Ya que es importante destacar que el vicio depende exclusivamente de como un indiferente afecta al Alma o al carácter.
Toda alma racional rechaza por naturaleza la contradicción; y mientras no comprenda que está en contradicción, nada le impide hacer cosas contradictorias. Una vez que lo comprende es del todo necesario que se aparte de la contradicción y la rehuya, así como es absolutamente necesario que reniegue de la mentira el que se ha dado cuenta de que es mentira; mientras no se percate, asentirá a ello como si fuera verdad. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro II.26.3
Hasta que uno no comprende algo (episteme) podría estar asintiendo ante ello de manera lógica aunque sea un error muy evidente. Y como ya decía, hasta cierto nivel esto no esta mal. Por poner un ejemplo. Para una persona vender droga puede ser vicioso mientras que para otra, no. ¿La diferencia?
Una cuestión de episteme. Quizá la primera es un médico que ha sufrido varias muertes en su quirófano por paradas cardio-respiratorias fruto del consumo indebido. Quizá la segunda, haya podido ayudar a un familiar con marihuana terapéutica para aliviar sus ataques epilépticos incontenibles. Misma acción diferente cognición. Pero en cualquiera de los casos, si mañana se demostrará de una manera certera que la venta de marihuana es altamente perjudicial para el cuerpo porque tiene un compuesto tóxico desconocido hasta la fecha, entonces si el segundo sigue vendiendo habiendo conocido esto, si estará cayendo ante el Vicio. Lo mismo ocurriría al revés: si se demostrará las utilidades beneficiosas de manera científica, si al primero lo sucediera la oportunidad de ayudar a alguien a través de la marihuana y no lo hiciera por los prejuicios adquiridos en el pasado con su carrera profesional, entonces estaría cayendo en el Vicio. Pero mientras tanto no cambie el conocimiento general, ambos podrían estar siendo Virtuosos en base a su conocimiento adquirido.
Y es que si alguien le demuestra esto, él por sí mismo se apartará de ello. Pero mientras no se lo demuestres, no te extrañes de que persista. Lo hace porque tiene la representación de que es correcto – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro II.26.5
Pero como decía a través del ejemplo anterior, en el momento que uno entiende que estaba errando, es el momento que uno ha de desistir en su acción. Porque uno no debe asentir ante una representación errática. Esto quizá sea más fácil decirlo que hacerlo. Si llevamos toda la vida haciendo algo de una manera, y nos demuestran que es mejor de otra forma (ojo, no que sea buena, pero si mejor, porque como ya comentaba un par de días atrás, los indiferentes son graduables), es difícil dar el cambio de la noche a la mañana. Pero el Estoicismo plantea que no solo ha de ser ejecutado el cambio con prontitud, sino también con necesidad, dado que de lo contrario estaríamos asintiendo incorrectamente, y por tanto de manera viciosa.
Por poner un ejemplo muy común y más cercano a nuestro día a día; imaginemos que estamos acostumbrados a comprar ropa en una tienda que nos gusta. Pero nos enteramos con ciertas fuentes fidedignas que esa marca tiene unas políticas de trabajo cercanas a la esclavitud en países tercermundistas. Una persona cualquiera, ignorante, podría darle igual y mantener firme su decisión de anteponer el gusto por lo indiferente, a la acción apropiada, que es dejar de comprar ahí. Pero un Estoico debe saber tomar la decisión más sabia y adecuada en base a la correcta representación que dispone en sus manos. Quizá el estoico tenga libertad para analizar mejor las fuentes de conocimiento. Pero una vez habiendo asentido ante la correcta representación, llega el momento de actuar acorde.
Esto es lo que en gran medida diferencia el Estoicismo de otras filosofías; per se, no se rechaza nada, no se vive en ascetismo. Pero justamente por esto no lo rechaza: Porque es a traves de la acción cuando se puede desarrollar como resultado de un buen trabajo Prokopton, la disciplina del asentimiento y del deseo desarrollada reflejada a traves de la disciplina de la acción.
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