Epicteto. Disertaciones. Libro IV. Pasajes V [DIA 126]
Epicteto. Disertaciones Con Arriano – Libro IV – Pasaje V
El hombre bueno y honrado ni disputa él mismo con nadie ni, en la medida de sus fuerzas, se lo permite a otro. Para nosotros es ejemplo también de esto, como de las demás cosas, la vida de Sócrates, que no sólo rehuyó la disputa en todas las situaciones, sino que además no permitía a los otros disputar. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.5.1-2
Este nuevo pasaje trata principalmente sobre las relaciones entre personas y como estas deberían discurrir desde el punto de vista de Epicteto. Esta entrada, simplifica un aspecto que suele a veces hacerse una propuesta en la práctica estoica: Enseñar a los demás la Virtud, y no solo enseñarse a uno mismo. Porque al igual que Marco Aurelio sugería (parafraseando de 2.1 de las Meditaciones): «Las personas llegan a este estado, por la ignorancia entre lo bueno y lo vicioso«.
No en que aquél se comportara de acuerdo con la naturaleza, pues eso era ajeno, sino en que, ocupándose ellos de lo suyo como les pareciera, se mantuviera y viviera no menos conforme a naturaleza, haciendo sólo lo suyo para que también aquéllos actuaran conforme a naturaleza. Esto es lo que siempre está a disposición del bueno y honrado. ¿Ser pretor? No; pero si se presenta, velar en esa materia por el propio regente. ¿Casarse? No; pero si se presenta la boda,velar por mantenerse uno en esa materia conforme a naturaleza. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.5.5-6
Esto encaja muy bien en la perspectiva del Destino con respecto a los roles «predeterminados» de los que una persona ha de disponer y como comentaba en el último pasaje. Como puede verse, aquí Epicteto comenta el tema este de «actuar o comportarse de acuerdo a la naturaleza»: κατά (kata, de acuerdo) φύσιν (phusis, a lo que da vida, o al sentido natural). Si recordamos, hace ya un tiempo, hablaba sobre los 3 (4) niveles de la materia según el estoicismo, siendo el segundo (el que da a la vida), el llamado phusis. Es por esto, por lo que esta «conjunción» de palabras (vivir de acorde a la naturaleza), hay que cogerla con pinzas, porque se genera una especie de pescadilla que se muerde la cola por causa de significado. Yo personalmente he decidido descartarla por completo dado que no tiene ningun sentido lingüístico a día de hoy, y quizá en aquel entonces, sería lo mas normal del mundo usarlo de manera coloquial. Si queremos ser «fieles» al lenguaje actual, la traducción más correcta de κατά φύσιν (kata phusis), sería: «lo que dicta el sentido común». Por tanto según lo anterior sería algo asi como: «No en que aquél que se comporte conforme al sentido común, […], velar por mantenerse uno en esa materia conforme al sentido común«.
Esta distinción es muy importante, porque los roles estan basados única y exclusivamente en el sentido común. Son puros constructos sociales. Según la RAE, sentido común literalmente significa:
Capacidad de entender o juzgar de forma razonable.
Con lo cual de aquí nos unimos al tema de las Virtudes que también comente unos días atrás : Siendo la razón la Única Virtud, y siendo ese «Vivir de acorde a la naturaleza», equivalente a vivir de forma razonable, vivir conforme a la Razón, o dicho de otra forma, vivir virtuosamente. A veces no estoy seguro, si es que tengo la sensación de todo hila perfectamente, o es que yo hago que hile todo de manera forzada bajo mi comprensión. De cualquiera manera, todo va siguiendo un camino y voy andando hacia delante conforme se me va desenvolviendo a través de estos pasajes.
Aquí en resumen, Epicteto, viene a indicar, que haga uno lo que haga, siempre se ha de anteponer la Virtud, y el resto es puramente circunstancial. Y la virtud en las relaciones sociales se expresa de una sola manera, como veremos a continuación:
¿Dónde o de quién aprendió que es animal manso, cariñoso, que la propia injusticia es un gran daño para el injusto? Sin haber aprendido ni estar convencido de eso, ¿por qué no iba a seguir lo que le parece conveniente? «El vecino ha tirado piedras». ¿Verdad que tú no has obrado mal? «Pero destrozó lo que había en casa». ¿Eres tú una pieza de vajilla? No, sino albedrío. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.5.10-11
En realidad, da igual lo que hagan los demás. Según el estoicismo, debemos pensar que se produce una especie de efecto «karmático» cuando una persona efectua una acción de manera injusta: El daño se lo produce a si mismo y a nadie más (porque la acción en si, no podría haber sido de otra manera, según el planteamiento del estoicismo). Entonces cuando vemos una situación que nos nos parece adecuada: «Esa persona ha tirado una piedra y ha roto la vajilla del vecino, ha obrado injustamente». Pero realmente, según el estoicismo, al tirar esa piedra, el daño no se lo ha hecho al vecino, sino a si mismo, dado que al obrar mal (viciosamente), será el vicio (la pasión) la que se apodere de esa persona y le haga daño, mientras que el supuesto vecino «damnificado», no tendría porque sentirse agraviado de ninguna manera si es capaz de mantener esa Virtud indemne.
¿De quién tiene la marca este sextercio? ¿De Trajano? Tráelo. ¿De Nerón? Tíralo fuera, no es bueno, ya no circula. Así también en esto. «¿Qué marca tienen tus opiniones? ¿Manso, sociable, sufrido, cariñoso? Trae, lo acepto, a ése lo hago ciudadano, lo admito como vecino, como compañero de navegación.» Mira sólo que no tenga la marca de Nerón. ¿Verdad que no es irascible, colérico, quejoso? «Si le parece, aporreará las cabezas de los que se encuentre». ¿Entonces por qué decías que es hombre? ¿Verdad que no se juzga por su simple forma a cada uno de los seres? Pues si fuera así, di también que es una manzana la de cera. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.5.17-19
Resulta un poco paradójico, que se ponga a Nerón, discípulo de Séneca, como ejemplo del Vicio. Me pregunto que opinión le merecía Séneca a Epicteto en aquel entonces (que no se conocieron porque cuando Séneca murió, Epicteto solo tenía 10 años, y cabe decir que no se le menciona ni una sola vez en sus pasajes).
El hombre según el estoicismo, se juzga por su capaz de usar la razón y ser Virtuoso, no por su aspecto exterior. Lo mismo ocurre con el ejemplo de la manzana: La manzana es solo manzana por lo que lleva en su interior, no por su aspecto exterior (que podría ser perfectamente de cera). Este ejemplo se suele usar mucho, porque Arcesilao y los Académicos criticaban a los Estoicos de como era posible formarse una idea exacta de lo que vemos a simple vista. Esta respuesta de Epicteto se aplica refutando este «ataque escéptico» ante las impresiones adecuadas (y creo que este ejemplo, nunca llegue a comentarlo si no recuerdo mal, pero debía encuadrarse dentro del apartado de la epistemologia estoica). Al final de cuentas, para los estoicos, las apariencias (presunciones) no son necesarias, y en vez de hacer una suspensión del juicio, el juicio se desecha completamente, para evitar un incorrecto asentimiento. En este caso: No podemos valorar a nadie por sus apariencias, sino exclusivamente por sus acciones (y ni siquiera por eso, más bien por sus reacciones, como una forma más especifica de acción).
Recordemos que para asentir correctamente, solo podemos hacerlo ante una impresión completa.
«¡Pero entonces se encarnizarán aún más conmigo!» ¿Por qué dices «conmigo»? ¿Puede alguien dañar tu albedrío o impedir que uses como es natural las representaciones que se te presenten? No. Entonces, ¿por qué te turbas y quieres mostrarte temeroso? ¿Por qué no sales en medio a anunciar que estás en paz con todos los hombres, hagan lo que hagan, y que te burlas sobre todo de cuantos creen dañarte? «Esos esclavos no saben ni quién soy ni en dónde residen mi bien y mi mal. No tienen acceso a lo mío». – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.5.23-24
¿Como es posible dañar a una persona Virtuosa? Estoy seguro que gran parte de los fragmentos de Marco Aurelio, se concibieron a través de este pasaje de Epicteto. En gran medida, aquí va diseccionando a la «mala gente» por decirlo de alguna manera común (porque recordemos, no hay gente mala, sino gente viciosa. Y que en el fondo somos todos viciosos; dado que la Virtud es binaria, o se tiene o no se tiene, y mientras tanto, todo el vicioso por defectos). Aquí se recuerda a esos: «entrometidos, molestos, insolentes, traicioneros, calumniadores, egoístas», a los que hacía referencia Marco Aurelio en el pasaje 2.1 de las Meditaciones: «Esos esclavos no saben ni quién soy ni en dónde residen mi bien y mi mal«. Creo que este planteamiento que aquí hago resulta bastante evidente con esta frase.
¿Qué muro es tan fuerte o qué cuerpo tan resistente o qué hacienda tan imposible de arrebatar o qué dignidad tan libre de asechanzas? Por todas partes es todo mortal, fácil de coger, y el que de alguna manera preste su atención a eso, por fuerza ha de turbarse, esperar lo peor, temer, padecer, tener deseos frustrados, tener rechazos a los que va a parar. Así que ¿no queremos fortificar la única seguridad que nos ha sido dada? ¿Ni obtener por nuestro esfuerzo, apartándonos de lo mortal y esclavo, lo inmortal y libre por naturaleza?. – Epicteto, Disertaciones con Arriano, Libro IV.5.23-24
Dice esta frase: Así que ¿no queremos fortificar la única seguridad que nos ha sido dada?: A simple vista: ¿No nos recuerda a algo? A mi me recuerda a esa Ciudadela Interior de Pierre Hadot. En gran medida todo el argumentario que Marco Aurelio va desarrollando a través de sus Meditaciones, parece que gira a la perfección entorno a este pasaje. Está claro que a cada uno el estoicismo le llama donde el alma «mas le duele». Yo entiendo que Marco Aurelio, donde más tuvo que «sufrir» y lidiar, fue en el trato con las personas (en gran medida) con las que convivía a su alrededor que no debieron ser pocas. Al final de cuentas era la figura pública más popular de su aquél entonces.
Por ende: ¿Donde tendría lógica que Marco Aurelio, se pretendiese «fortificar» gracias a las enseñanzas que aportaba una filosofía de este tipo?, Como dice el título del presente pasaje de Epicteto: Προς τους μαχίμους καί θηριώδεις: «Contra los pendencieros y los feroces (o los crueles)».